A veinte minutos en coche desde Barcelona hacia el interior se encuentra Sabadell. Una curiosa y cosmopolita ciudad donde las haya, que si bien no goza de los atractivos y por supuesto no recibe el flujo turístico de la ciudad condal, merece una visita para descubrirla y empaparse del buen hacer de sus gentes. Quizá muchos vecinos no estén de acuerdo conmigo e incluso una amiga mía decía: «Esto es Sabadell, ¿qué tiene de interesante?». Pues muchos son los intereses que puede despertar, así que ahí van 10 motivos por los que visitarla:
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1. Historia.

Si bien la mayoría de sus edificios se han construido en los últimos 50 años – mi abuelo, que vive aquí, todavía recuerda cuando su barrio no eran más que huertas y campos de cultivo – su casco histórico es encantador y aguarda multitud de sorpresas para aquellos dispuestos a descubrirlas. Entre ellas el Museo de Historia o el Museo Antropológico, en el que conoceréis a Jordi, uno de los primeros restos humanos de la península. También son muy interesantes los lavaderos de ropa de la Font Nova y la Casa Durán. Imprescindible la visita guiada al Castell de Can Feu, construido a mediados del siglo XIX en estilo romántico.
Mi recomendación especial: Visitar la Torre del Agua y hacer el recorrido por el río Ripoll para saber más sobre las inundaciones del 62 y la posterior transformación de la ciudad.
2. Ciencia y cultura.

Como co-capital de la comarca del Vallès Occidental, reúne una importante colección de teatros, cines y centros culturales. Entres los más importantes se encuentran el Teatro del Sol, en la calle del mismo nombre y el de la Farándula o el coqueto Cine Imperial en La Rambla. Para aquellos aficionados a las nuevas tecnologías, no hay lugar mejor que el Museo del Gas, especializado en energía, con un espacio muy importante dedicado a las renovables.
Mi recomendación especial: Visitar el Observatorio Astronómico en el Parc Catalunya, perfecto para grandes y pequeños.
3. Contacto con la naturaleza.

Aun siendo una ciudad tan grande, con alrededor de 200 mil habitantes, aun quedan espacios abiertos en los que poder relajarse, dar un largo paseo con familia, amigos o perro y hasta recorrerlos en bici. Los mejores lugares para eso, sobretodo en otoño y primavera, son el bosc de Can Deu, en proceso de reforestación tras las ventadas de hace unos años y el Parc Catalunya, un pequeño remanso de paz en medio de la ajetreada ciudad donde jugar con los niños, practicar skateboarding o remar en el estanque. También es una buena opción el Parc del Trenet, junto al Parc Catalunya, en el que podréis daros una vuelta en una maqueta de tren a gran escala.
Mi recomendación especial: Recorrer a pie el camino de tierra que lleva hasta la hípica en pleno Parc Agrari, desde la que hay una estupenda panorámica.
4. Ocio y deporte.

Piscinas municipales, pistas de atletismo, canchas de baloncesto, tenis, paddle… miles son las opciones para los amantes del deporte que no quieran aparcar sus rutinas durante las vacaciones. Y para aquellos no tan interesados en el mundillo pero que quieran igualmente divertirse, podrán elegir entre otras tantas; desde jugar a los bolos hasta ejercitar la mente en uno de los famosos «scaperooms» o descargar adrenalina en la sala Salting.
Mi recomendación especial: Darse un chapuzón y pasar un agradable día en La Bassa.
5. Compras.

Con casi tantas tiendas como habitantes, si no encontráis algo que os guste en esta ciudad es porque no existe. Desde las omnipresentes tiendas de ropa de Amancio Ortega hasta tiendas de cómic y manga o coquetas librerías de segunda mano. Y las mejores zonas para darse estos caprichos las encontraréis en la Avenida Francesc Macià, con el Corte Inglés y las galerías Paddock, y en el centro, en especial La Rambla, a rebosar de gente los domingos.
Mi recomendación especial: Entrar en el Tiger, en la Rambla, donde encontraréis curiosos y divertidos artilugios.
6. Celebraciones y festividades.

Multitud son las fiestas que se celebran en la villa durante todo el año. Un ejemplo: La fiesta o «aplec» de la Salud, celebrada desde hace más de 300 años en el Santuario de la Salud y que conlleva diversas manifestaciones culturales «sabadellenques» como son los castellers. Durante el verano esto se intensifica y se celebran las fiestas de cada barrio y la maravillosa Fiesta Mayor la primera semana de septiembre, en la que disfrutaréis de eventos deportivos, bailes regionales, «gegants, capgrossos i cabeçuts» y mucho más. ¡Lo pasaréis como nunca!
Mi recomendación especial: No os podéis perder el «cinema a la fresca», durante la Fiesta Mayor. Gozaréis de una magnífica proyección bajo la luz de las estrellas.
7. Mercados y mercadillos.

Cada sábado se montan las centenares de paradas que forman el mercadillo local, en el que encontraréis prácticamente de todo, desde ropa y comida hasta música peruana amenizada con flauta de pan. A parte de este, también son importantes el Mercado Central detrás del ayuntamiento, el Mercadillo Medieval, que se celebra un par de veces al año y mi favorito: el Mercado de Antigüedades. Cada domingo en la misma plaza del Mercado Central se celebra este rastro que hará las delicias de los coleccionistas de sellos y monedas.
Mi recomendación especial: Visitar el mercadillo de Santa Lucía que se celebra cada navidad en la plaza del Ayuntamiento y donde podréis comprar los típicos «caganers» y «pixaners».
8. Gastronomía.

Tras las muchas visitas y paseos por la ciudad, no os faltarán opciones para comer. De todas las nacionalidades, para todos los bolsillos… muchos son los bares, cafés y restaurantes que se ubican en la ciudad. Mis favoritos: El bufé japonés Hokkaido Teppanyaki, que se encuentra en el Paddock, el restaurante Marco Polo con un estupendo menú de cocina internacional, el italiano Grazia 16 y por supuesto alguno de los restaurantes de comida rápida Viena, cuya cadena se fundó aquí a finales de los 60.
Mi recomendación especial: Probar la tarta de chocolate del restaurante catalán Can Punyetes en la Rambla. ¡El mejor que he comido en mi vida!
9. Actividades nocturnas.

Al caer la noche del viernes se abre un mundo entero de posibilidades para los que no estén lo suficientemente cansados. Bares de todo tipo, salas de fiesta y discotecas se llenan de gente marchosa con ganas de pasarlo bien. Uno puede sentarse en Sabadebidoo, una taberna al más puro estilo irlandés e intentar pedir al camarero alguno de los chupitos sin soltar una carcajada al pronunciar su nombre mientras su amigo entona unas notas en el karaoke o mover el esqueleto en alguna de las múltiples discotecas de la conocida como zona hermética. Para aquellos menos fiesteros, les recomiendo disfrutar de la puesta de sol desde algún banco del Parc Catalunya y asistir al pase nocturno en alguna de las salas de los Cines Eix Macià.
Mi recomendación especial: Rascarse el bolsillo y montarse en alguna de las atracciones que se instalan durante la Fiesta Mayor.
10. Mimarse, relajarse y desconectar.

Aunque a mi me suele gustar hacer muchas actividades en mi tiempo libre, no hacer nada también es una buena opción de vez en cuando, y para eso no hay lugar mejor que Sabadell. Sentarse en un banco a dar de comer a las palomas, leer un buen libro bajo la sombra de un árbol o tomarse un vermut en l’ Embarcador con los amigos es una buena manera de pasar el día. Si esto es demasiado «nada», también podéis apuntaros a alguna clase de taichí o yoga o quizá haceros la manicura o un tratamiento facial en alguno de los muchos centros de estética. No hay forma mejor de finalizar la visita a la ciudad que dedicarse unos minutos y dejar la mente en blanco.
Mi recomendación especial: Darse un baño en el circuito termal, una sauna turca y finlandesa y un masaje en el centro Estima’t, en la Rambla.
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