Sucedió un cuatro de febrero. Ante la todavía insistente incidencia del COVID, el Gobierno de Catalunya nos había impuesto el confinamiento municipal por tercera o cuarta vez. Aburrido en casa y hastiado por no poder salir a disfrutar completamente de las vacaciones de invierno, que todavía no habían terminado, decidí tomar la iniciativa y buscarme un entretenimiento. Aunque no convencido de encontrar algo que valiera especialmente la pena, salí a …
