De locura e insensatez es lo mínimo que han tachado las decisiones vitales que he tomado últimamente. Otras veces sólo arrugan la nariz, arquean las cejas y sueltan un socarrón «¿estás seguro?» o peor aún «¿y no te arrepentirás?». Que ¿por qué había dejado mi deporte favorito después de años y años practicándolo? ¿Por qué decidí hacer un bachillerato social si se me daban taaan bien las matemáticas? ¿Cómo es que había decidido entrar en Turismo si sólo necesitaba un 5 y con un 12,2 podía entrar en casi cualquier carrera? Y ahora que ¿por qué me iba de Erasmus a Argentina si podía quedarme más cerquita de casa y practicar el inglés?
Y ¿sabéis?, no lo sé. Creo que ni aun pensándolo durante todo lo que me queda de vida podría dar una respuesta razonablemente lógica y sensata a estas cuestiones que se escapan de los márgenes de lo «normal».
Porque quiero y porque puedo. Es que simplemente lo sentí así, el corazón me lo dictó. Y al final, estas decisiones y todas las que he ido tomando desde que adquirí la capacidad de hacerlo, me han traído hasta aquí: a este preciso momento y en esta justa configuración de mí mismo. Se me abre por delante un futuro que me desconcierta e ilusiona en igual medida, ¿a caso hay mejor sensación?. Y el primer paso será una increíble y fascinante estancia Erasmus en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

índice de contenidos
- ¿Y cómo he llegado hasta aquí?
- ¿Qué es el Erasmus?
- ¿Qué destinos podía escoger?
- ¿Cómo conseguí una plaza en el programa?
- ¿Y después de conseguir la plaza, qué?
- ¿Y quién paga todo esto?
- ¿Y después de ser aceptado?
- Transporte, seguro, alojamiento y visado.
- Resolviendo otros temas clave.
- Últimos detalles y bon voyage.
- ¡Embarco para Argentina!
- Una vez en destino.
¿Y cómo he llegado hasta aquí?
Mucha gente, sobre todo de mi entorno más cercano, me ha ido preguntando estos meses qué documentos había tenido que rellenar, cómo había escogido el destino, cómo iba lo del tema dinero/beca… Algunos por simple curiosidad y otros mostrando una verdadera preocupación por mi bienestar; y es que son muchas las cuestiones que se plantean ante un cambio tan «brusco», decisivo e increíble en tu vida, incluso para los que no lo están viviendo. Por eso quería dar respuesta a todas estas preguntas y a unas cuantas más y ante todo dejar constancia para futuras generaciones y también para mi yo del futuro, de cómo se inició este gran viaje personal y profesional.
Debo decir, eso sí, que este proceso se basa sólo en mi experiencia personal. Todo lo que en adelante contaré es por lo que he pasado siendo estudiante de segundo curso del grado de Turismo en la Escola Universitària de Turisme i Direcció Hotelera de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que decide irse a Argentina de Erasmus. Es probable que si estudiáis o estudiasteis en otra universidad y/o os vais o os fuisteis de Erasmus a otro sitio, vuestra experiencia sea diferente. Incluso, mis propios compañeros de carrera, que han escogido otros países, están viviendo experiencias diferentes. Más que nada, quiero aclarar que esta NO es la guía definitiva sobre cómo irse de Erasmus, sólo mi experiencia personal e intransferible.
¿Qué es el Erasmus?

Primero hay que aclarar conceptos, aunque estoy seguro de que la mayoría sabe lo que es o al menos habrá oído hablar de él. El programa Erasmus, hoy día Erasmus +, es una iniciativa que se desarrolló en los años 80 en la Unión Europea y que permitió a estudiantes de los países miembros estudiar en otro país durante un semestre o un año entero. Desde entonces ha ido creciendo en envergadura, pero la esencia sigue siendo la misma: permitir que los estudiantes continúen y enriquezcan su formación universitaria mientras descubren y disfrutan de una cultura nueva y diferente a la propia.
Si habéis leído con atención, os habréis dado cuenta de que el Erasmus es algo exclusivo del continente europeo; pero entonces, ¿cómo puede ser que yo me vaya a Argentina?. La respuesta es que, yo, no voy a ser partícipe del programa Erasmus. Este tipo de experiencias se han ido popularizando tanto en las últimas dos décadas que se utiliza el nombre Erasmus para cualquier estancia de estudios en el extranjero, aunque no todas lo son. En mi caso, viajaré a Argentina como parte de un programa propio de la UAB conocido como UAB Exchange Programme. Pero claro, es más fácil y corto decir que me voy de Erasmus, aunque no esté hablando con total propiedad.
¿Qué destinos podía escoger?

Una vez aclarada la nomenclatura, llega el momento más emocionante de cualquier viaje: escoger el destino. Como parte del programa Erasmus, podía aspirar a destinos en toda Europa, desde lo más típico como Inglaterra o Italia hasta destinos más alejados como Finlandia. Y como parte del UAB Exchange Programme tenía la posibilidad de ir a Japón, Corea del Sur, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Canadá, México, Australia y a casi cualquier país que me pudiese imaginar. La duda siempre asoma pero al final hay que tomar una decisión. Muchos tienen en cuenta el idioma del país, la calidad de vida, el dinero que les va a costar, los transportes públicos, la ubicación de la facultad, etc. etc. etc.
Yo decidí seguir sólo a mi corazón. Es como ir a comprar ropa: uno puede pasarse horas mirando ochocientas mil prendas de mil colores y formas, todas con sus pros y sus contras, que te acabas quedando la que más te ha llamado la atención; aquella que al verla sientes: sí, esta es para mí. Y eso me pasó con Argentina. Sí, hay que tener en cuenta las anteriores variables, no puedes ir a Australia sin saber cómo pagártelo, pero hay que recordar que la experiencia será igualmente increíble se vaya donde se vaya.
En la solicitud (más adelante os lo cuento) se pueden poner hasta ocho universidades de destino, combinando propuestas de ambos programas de intercambio. Las mías eran, en orden de preferencia: Buenos Aires, Morón (Argentina), Venecia, Milán, Amiens, Salzburgo, Varsovia y San Galo (Suiza). Cualquiera me hubiera hecho ilusión pero está claro que quería ir a Argentina.
En este momento también hay que decidir cuánto tiempo se quiere pasar en destino por cada una de las universidades, a elegir entre un semestre o un curso entero. Aquí sí entran en juego todos esos factores, sobre todo el económico (lo cuento más abajo). Yo decidí irme solamente un semestre.
¿Cómo conseguí una plaza en el programa?

Ya tenía claro que quería irme de Erasmus (otra vez usándolo mal), a dónde quería ir y cuánto tiempo quería estar. El siguiente paso y sin duda el más importante era conseguir una plaza. Por supuesto, para optar a la estancia Erasmus o cualquier otro programa de intercambio, hay que estar estudiando en la universidad y además haber superado positivamente 60 créditos, es decir un curso entero. Con esto, uno podría marcharse en segundo curso pero hay que tener en cuenta que el proceso es sumamente largo y se necesita casi un año entero para formalizar la relación con la universidad de destino – ya sabéis, pura burocracia – así que ya nos vamos al tercer año. También hay gente que lo hace en el último. Ambas opciones son válidas pero yo preferí marcharme en tercero y pasar el último curso tranquilito en casa. A parte de esto, no se necesita nada más para conseguir una plaza, ni siquiera se requiere un nivel mínimo de idiomas (aunque es recomendable).
Pero no nos engañemos, no es tan sencillo como presentarse y conseguir un puesto… El programa está financiado en parte por la Unión Europea y en parte por el país de residencia y claro, por mucho que les gustaría, no hay dinero ni plazas para todo el mundo. Mi caso y el de mis compañeros es algo excepcional porque al tratarse de la carrera de turismo, un sector evidentemente ligado a los viajes, la facultad tiene un programa propio de estancias en el extranjero con plazas para todos los estudiantes, pero sé de buena mano que esto no es así en todas las carreras. Y ¿cómo se decide quién va y quién no va?
Por suerte o por desgracia, vivimos en una meritocracia (al menos en lo concerniente a los estudios) y los estudiantes con las mejores notas son los que al final se alzarán con una plaza. Sabed, por eso, que se pueden conseguir puntos extra por certificaciones de idiomas. Cuanto más nivel de idiomas tengáis (certificado por una academia de idiomas oficial), más puntos ganaréis y más posibilidades tendréis de conseguir plaza. Siempre, eso sí, en relación al idioma que se hable en destino. Si tenéis un nivel altísimo de francés pero queréis iros a Italia, no creo que os sumen ningún punto.
Teniendo todo esto en cuenta y para formalizar la petición, tuve que rellenar una solicitud con mis datos personales, la lista con las 8 universidades a las que quería ir (aquí es donde se añaden) y un pequeño texto explicando las razones por las que quería estudiar fuera y por qué había escogido esas universidades. Una mera formalidad, lo complicado vendría más tarde.
Y por supuesto tuve que entregarlo todo en un plazo determinado, que en mi caso fue del 29 de octubre al 12 de noviembre de 2018. Unas semanas después, a mediados de diciembre y tras una larga agonía (la espera se hace realmente insoportable si te hace tanta ilusión como a mí) recibí la buena noticia: había conseguido la plaza en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires, mi primera opción. Si no tenéis tanta suerte, existe una segunda, tercera y no sé hasta cuantas vueltas más y saltaréis automáticamente (siguiendo vuestros deseos) de la primera opción hasta la segunda y así sucesivamente hasta que consigáis plaza. No sé de nadie que no le hayan aceptado en alguna de las 8. Lo que sí sé, es que si por el motivo que sea se queda una plaza vacía en la opción 1 – imaginad que no conseguisteis plaza en la 1 pero sí en la 2 – no existe la posibilidad de ascender y redistribuir las plazas, simplemente se quedará vacía. Al menos así lo hacen en mi facultad, aunque no entiendo bien bien el porqué.
Muy importante: El hecho de conseguir una plaza no implica que la universidad de destino os tenga que aceptar por las buenas. Esta noticia me llegó como un dardo envenenado y la verdad es que me enfadé y me asusté bastante. Pero después de recapacitar y hacer un poco de autocrítica, pude llegar a comprenderlo. Igual que aquí no queremos el típico turista (y no diré de qué nacionalidad) que viene a pasar unos días a la costa y no sabe hacer otra cosa más que beber y salir de fiesta y vuelve a su casa sin haberse gastado apenas dinero y dejando atrás toda una horda de enfrentamientos y actividades delictivas; en las universidades quieren asegurarse de que no recibirán un estudiante mal encarado o que directamente pase de ir a clase y gaste su tiempo en el país de una forma «poco académica». Por supuesto que es una experiencia para disfrutar y vivir otro ambiente pero también habrá que estudiar.
Nuestro coordinador nos contó que los rechazos no suponen ni un 0,2% del total de peticiones pero la más mínima posibilidad de no ser aceptado ya pone en guardia a cualquiera, es un mal trago que se lleva uno de primeras, la verdad.
¿Y después de conseguir la plaza, qué?

Esperar. Esperar bastante tiempo de hecho. En una primera reunión ya nos avisaron que tras conseguir la plaza – en nuestra universidad – pasarían varios meses hasta que empezaran los trámites y las primeras comunicaciones con la universidad de destino.
Fue a principios del mes de marzo de 2019 cuando la Unidad de Relaciones Internacionales de la UAB me avisó de que ya habían enviado mi petición a Belgrano y que para completarla debía realizar diversos trámites y cumplimentar toda una serie de documentos. Es aquí cuando entra en juego el «es posible que la universidad de destino no os acepte» así que hay que ser pulido, profesional e intentar dar la mejor imagen posible de uno mismo.
Primero: tuve que hacerme el pasaporte. No he salido de Europa nunca, así que no lo había necesitado y no me lo había llegado a hacer. ¡Que ilusión, mi primer pasaporte!.
Segundo: hacer un currículo con foto. Ya lo tenía hecho de cuando empecé a buscar trabajo así que actualicé los datos y listo.
Tercero: escribir una carta de motivación. Y justo aquí es donde uno debe lucirse y presentarse de la manera más atractiva posible, explicando también porqué ha escogido esa universidad en ese destino. La verdad es que, para mí, esta ha sido la parte más desafiante. ¿Cómo se pone uno por las nubes sin parecer prepotente o presuntuoso?
Cuarto: conseguir dos cartas de recomendación de mis profesores. Por supuesto, no es suficiente con darse crédito uno mismo, hay que corroborarlo y quién mejor que la persona que te pone las mejores notas (es evidente, no vas a ir a pedírselo al profesor de tu peor asignatura).
Quinto: pactar las asignaturas a cursar con el coordinador. Esta parte es esencial. Hay que asegurarse de que las asignaturas que vayas a cursar allí, te las puedan convalidar en tu universidad y no tener que volver a repetir el semestre o el curso entero. Al final de tu vida, un año más o uno menos no va a importar prácticamente nada pero la gracia de la experiencia es seguir tu plan formativo en otra parte del mundo.
Sexto: rellenar la solicitud de inscripción. De rellenar solicitudes me parece que me voy a hartar este año. Otra vez tuve que poner mis datos personales e indicar además las asignaturas que quería cursar allí y si necesitaba que se me proporcionase alojamiento, que en mi caso así era. Seguro que más de alguno querría buscárselo por su cuenta, pero nos recomendaron que no lo hiciésemos. Buscar casa para tanto tiempo no es como alquilar un apartamento o reservar una habitación de hotel para unas vacaciones. Se requieren fianzas y trámites que hay que hacer en persona y claro no voy a estar yendo y volviendo a/de Argentina.
Los formularios me mantuvieron entretenido varias semanas, no hay que olvidar que mientras tanto tenía que seguir con mi vida: clases, exámenes, trabajos, mi trabajo en la pizzería, etc. Una vez lo tuve todo listo, lo pasé a PDF y lo envié de vuelta a la Unidad de Relaciones Internacionales – veintitantos días antes del final del plazo por si a caso – y desde allí los enviaron a Argentina. Y a esperar de nuevo.
Aprovecho para recordar que esta es una experiencia personal y que, por tanto, estos son los trámites para mi estancia Erasmus. Dependiendo del destino, quizá se deban entregar más o menos formularios.
¿Y quién paga todo esto?
Ahora entro en el gran qué de la cuestión. Conseguir una plaza en el programa Erasmus o en su defecto, en cualquier programa de intercambio, significa también conseguir una pequeña ayuda económica del Gobierno. Al fin y al cabo, Erasmus no es más que un sistema de becas que beneficia, como ya he dicho, a los mejores estudiantes. ¡Hurraa! Pero ahora viene lo gracioso: La aportación dineraria depende totalmente del destino que se escoja, cuanto más caro sea el país de destino, más alta será la beca, lógico; pero sólo hasta un máximo de 300 euros mensuales. WHOAW. Dudo mucho que en países como Islandia, Dinamarca o Noruega con su conocido nivel de vida y precios estratosféricos, 300 euros den para mucho. En el caso del programa Exchange, las cantidades son de 750 euros en total para un semestre y 1.200 euros en total para un curso completo. WHOAW otra vez.
Puedo entender que hemos pasado por un periodo de crisis muy importante, que no hay dinero para todos y que hay que dosificar los recursos disponibles, pero estas cantidades son ridículas y más teniendo en cuenta que nos recomiendan calcular unos 600 euros de gasto por cada mes de estancia. Lo peor de todo no es eso, sino que el dinero no se recibe todo al principio de la estancia. El Gobierno se reserva un 20% hasta el final por si resulta que estamos menos tiempo del pactado y se ahorran así unos eurillos.
También existen otras becas auxiliares, como la llamada Movint, de 200 euros mensuales, pero que funcionan del mismo modo. Y después están las maravillosas Becas Iberoamericanas para estudiantes de Grado que financia el Banco Santander y que son de 3.000 euros (sustitutas de la beca general, no complementarias). Estas se otorgan sólo a estudiantes que irán a ciertos países americanos, pero ¡atención!, no todas las universidades de esos países están incluidas. Argentina sí lo estaba pero la Universidad de Belgrano no. ¡Otro gol en propia puerta!
En resumen: al final la experiencia se la tiene que financiar uno mismo. No soy en absoluto una persona negativa o derrotista y no me hace menos ilusión por tener que pagármelo yo, pero ante esta situación ¿qué se puede decir? Nada bueno desde luego. Se replantea uno el fiarse de todo lo que le venden, incluso desde las universidades. No es que mientan pero tampoco nos dicen toda la verdad.
Por «suerte», había ido ahorrando y ahorrando desde un principio por mi cuenta y había conseguido el dinero suficiente para mantenerme allí, pagarme el vuelo de ida y vuelta (es un vuelo intercontinental) y algún gasto tonto que seguro surgirá. ¡Menos mal! Ah y si alguien se lo está preguntando: no, no soy rico, ¡ya quisiera!. Mi familia es de clase trabajadora y hacen cada año un esfuerzo para pagarme la carrera (con mi sueldo no me da) por lo que no quería que cargasen también con este gasto extraordinario. Y para conseguir el dinero he hecho las mil y una: me esforzado al máximo para conseguir becas del ministerio, he hecho más horas que un reloj en la pizzería, me he apuntado a un programa de la universidad en el cual me pagan 10 euros la hora (brutos) por ayudarles en la promoción de la facultad y me he buscado unas prácticas (es una asignatura más de la universidad) que fueran remuneradas. Sobre todo, me he esforzado para no tener que trabajar allí en Argentina y poder vivir una experiencia totalmente plena.
¡Pero todo merecerá la pena!
¿Y después de ser aceptado?

No sé cuál será la experiencia de los demás, pero la histeria y la más absoluta desesperación se apoderaron de mí en esta fase del viaje. Había enviado toda la documentación lo antes posible (el veintitantos de marzo) para intentar acelerar el proceso y ellos tardaron dos meses en enviarme la carta de aceptación. Yo veía como los precios de los vuelos subían y subían conforme se iba acercando el día de partida y no podía hacer nada. No podía arriesgarme a comprar el vuelo sin asegurarme la plaza. Envié incluso dos correos a mi universidad para ver si podían hacer presión pero su respuesta siempre fue algo como: «eso depende sólo de la universidad de destino, no podemos hacer más que esperar una respuesta». La espera ha sido sin lugar a dudas la parte más dura de todas.
El 28 de mayo de 2019 y a las pocas horas de mi tercera reclamación, me llegó la tan ansiada carta de aceptación. En ella se me felicitaba por haber sido aceptado y se me informaba que entre los días 22 y 26 de julio de 2019 se realizarían unas jornadas de presentación para los estudiantes de intercambio a las que era muy importante asistir. Venía firmada el día 21 de mayo.
Justo antes de la carta de aceptación, me llegó también la credencial de estudiante de intercambio, una especie de identificación que tendría que llevar conmigo durante todo el viaje y usarlo para conseguir el visado de estudiante para entrar en el país. También recibí un Documento de Compromiso que debía remitir firmado al departamento de relaciones internacionales de mi facultad. En este documento, se detallaban los parámetros de mi estada Erasmus: fechas, destino, beca que recibiría… y me comprometía a comportarme cívicamente y a devolver la ayuda dineraria si incumplía este último punto. Otro mero formalismo, no debía ocurrir nada malo.
Por último, recibí también un correo de mi orientador que me decía que ya podía rellenar el learning agreement o acuerdo de estudios, con las asignaturas que habíamos pactado anteriormente; y también introducir en el campus virtual mi número de cuenta bancaria, donde se me ingresará la beca Erasmus.
Transporte, seguro, alojamiento y visado.
Curiosamente, los cuatro pilares básicos de todo viaje no se pueden contratar en un Viaje Erasmus hasta casi el final del proceso. Ya lo he comentado antes, uno no puede arriesgar a comprometerse y finalmente ser rechazado por la universidad.
Vuelos: Esto era quizá lo más urgente a corto plazo, ya había esperado bastante y no quería arruinarme antes de empezar el viaje, así que esa misma semana entré en Skyscanner.com y contraté por fin el vuelo. Al final resultó que ese margen de 5 o 6 días, que debía marcharme antes para asistir a la presentación, jugó a mi favor. Sí que me costaron mucho dinero pero no tanto como esperaba teniendo en cuenta que faltaba poco más de un mes para irme. Al final acabé pagando 1016€ (ida y vuelta) y lo cierto es que no me importó en absoluto, era la primera vez que cogería un vuelo transoceánico y estaba emocionadísimo.

La compra de los vuelos supone un punto de inflexión en cualquier viaje: todos son sueños y planes más o menos seguros hasta que se establece ese primer nexo de unión estable con el destino; pero en un viaje de este calibre suponen mucho más y no sólo para uno mismo. Para todos a mí alrededor y durante meses «Argentina» no había sido más que otra locura de proyecto de su amigo obsesionado con los viajes pero en el momento en que compré los vuelos, la realidad chocó y sobrepasó a muchos de ellos. «¿Pero entonces es verdad?, te vas». Sí, pero volveré.
Visado: Aquí, entre unos y otros, me la liaron pero bien y me demostraron una vez más, cuan incompetentes pueden llegar a ser algunas organizaciones gubernamentales. Puede sonar duro pero es cierto…
Había leído en Internet, en la página web oficial del Gobierno de Argentina, que para estadas de más de 90 días, debía conseguir un visado de entrada, en este caso de estudiante. Me puse en contacto con el Consulado de Argentina en Barcelona, quien se encargaba de tramitar estos documentos y tres semanas después (ya es bastante grave que tarden tanto) me contestaron que, efectivamente, necesitaba una Visa de estudiante, que debía tramitarla antes de irme y que me adjuntaban una lista con todos los requisitos. Uno de ellos era un documento llamado Permiso de Ingreso Migratorio, que únicamente podía ser tramitado por la universidad de destino. Me puse en contacto, una vez más, con la Universidad de Belgrano para pedirles que tramitaran el permiso y me contestaron algo como: «Los españoles no requieren de visado para entrar en Argentina. Puede entrar al país como turista y tramitar aquí su visado de estudiante en los primero 30 días de estancia de manera online. No se preocupe, le ayudaremos en todo el proceso». ¡¿QUÉ?! ¿En qué quedamos? Remití este mensaje al Consulado pero no me respondieron hasta dos semanas después. Me recalcaron que era necesario conseguir un visado previo a la entrada del país si viajaba por razones de estudios (algo que ya no tenía tiempo de tramitar); pero esta vez me dijeron que era cierto se podía entrar en el país como turista y después conseguir ese visado in situ para alargar la estancia. Pero me comentaron también que era posible que la Dirección Nacional de Migraciones me pida en el control de pasaportes algún tipo de documento que confirme el motivo de mi estancia, a saber: el vuelo de vuelta, la reserva del hotel, etc. Esperemos pues que no me pongan ningún problema para entrar en Argentina. Crucemos los dedos.
Alojamiento: En mi solicitud de ingreso había indicado que quería que se me proporcionase alojamiento en el campus universitario pero a la hora de la verdad, eso no implica nada y uno debe ponerse directamente en contacto con la Universidad de Belgrano para hacer una petición, así que eso hice. Me enviaron una lista con todas las instalaciones y servicios incluidos: Habitaciones compartidas con baño, salas de estar y de estudio, WIFI, servicios de limpieza y cambio de sábanas y las tasas de agua, luz, gas y basuras. ¡No estaba nada mal! El único inconveniente era el precio: 550$ por persona y mes. ¡Menuda barbaridad! Había investigado el nivel de vida de la ciudad y sabía que ese precio estaba muy por encima. Investigué un poco más y descubrí que en el mismo barrio existían otras residencias universitarias del mismo estilo y mucho más económicas. Las comparé entre sí y al final me decidí por la residencia La Scala (os dejo el link por si tenéis curiosidad); una habitación doble con baño, a 20 minutos de la universidad y con todos los servicios incluidos por 13.200 pesos argentinos al mes (unos 270 euros) más una matrícula inicial de 10.000 pesos (unos 200€).

Por supuesto, la matrícula tuve que abonarla de antemano para asegurarme la plaza en la residencia. El pago lo hice mediante una plataforma que desconocía pero que ha resultado ser muy útil: Wester Union. Se trata de un servicio de envío de divisas internacional que funciona de la siguiente manera: Uno se registra, selecciona el país dónde quiere enviar el dinero, la cantidad y rellena los datos del receptor. La transferencia se hace casi instantáneamente. Una vez en destino, el receptor debe presentarse en una de las oficinas de Western Union con su carné de identidad y recoger el dinero. Es un proceso muy sencillo que, por contra, lleva un pequeño sobrecoste ya que la página web aplica una comisión proporcional a la cantidad transferida; en mi caso la comisión fue de 4,50€ por enviar 211,96€ (los 10.000 pesos).
Seguro de viaje: ¡Muy importante! Yo nunca había viajado con seguro, nunca había salido de Europa y con la Tarjeta Sanitaria Europea había sido más que suficiente (por suerte tampoco la había tenido que usar) pero, por supuesto, en un viaje de esta condición y desconociendo por completo las infraestructuras sanitarias de Argentina, era imperativo contratar uno. La UAB nos facilitaba un seguro especialmente configurado para experiencias Erasmus; lo comparamos con seguros de viajes con las mismas características y vimos que eran mucho más caros así que no nos complicamos y contratamos directamente el que nos ofrecían. El seguro médico para 6 meses nos ha costado (este es el único gasto que pagan mis padres) 270 euros e incluye, a grandes rasgos, cualquier gasto médico hasta 100.000 euros, robo o pérdida de equipaje y Responsabilidad Civil por daños materiales y personales hasta 30.000€ además de otros gastos como la clásica repatriación en caso de defunción (espero no necesitarlo jajaja).
Resolviendo otros temas clave.
Vacunas: Esta no es ninguna nimiedad, de hecho puede ser razón de vida o muerte pero en mi caso no estaba preocupado en absoluto. Me había informado bien, siempre buscando en páginas oficiales como la Organización Mundial de la Salud y la del Gobierno de Argentina y sabía que no existía ninguna vacuna obligatoria para viajar al país. La misma Universidad de Belgrano me lo aseguró también. Aun así, hice lo que siempre se debe hacer en temas de salud (no os dejéis guiar sólo por lo que ponga en Internet) que es consultar a un médico. Llamé al 061, el Sistema de Emergencias Médicas, y me informé sobre las vacunas para viajar a Argentina. Me recomendaron que me pusiese la de la Fiebre Amarilla y la de la Fiebre Tifoidea, en caso de que fuera a viajar a alguna zona tropical o selvática y todo lo contrario, así que finalmente no voy a ponerme ninguna vacuna. A continuación os dejo un enlace para que consultéis los Centros de Vacunación Internacional en vuestra zona por si necesitáis hacer alguna consulta (de verdad, siempre consultad a un médico en temas de salud).
Dinero: Tema clave y no precisamente el más sencillo. El tener una cuenta online en BBVA me da derecho a contactar con un gestor vía telefónica para resolver todas las dudas que tenga. Yo llamé para preguntar sobre el dinero en el extranjero, las tasas de cambio, etc. Me contó que tal y como tenía configurada mi cuenta entonces, pagaría una comisión del 4,5% por cada retirada de efectivo en un cajero y un 3% por cada pago en establecimiento con mi tarjeta de débito VISA, y todo sin tener el cuenta el ajuste de moneda. ¡Madre mía! Me iba a arruinar con las comisiones. Investigué en Internet cuáles eran mis otras opciones. Lo primero que se me ocurrió fue abrir una cuenta en el BBVA Argentina y hacer una transferencia desde mi cuenta en España. Fácil ¿no? Pues no, aunque formen parte de la misma sociedad, ambas filiales funcionan de manera independiente y no se puede traspasar el dinero de una sede a otra «a la babalá». De hecho, para que un extranjero pueda abrir una cuenta bancaria en Argentina hace falta otro puñado de documentación y trámites burocráticos. No sé cuáles exactamente porque no lo he investigado a fondo pero no es tan fácil como entrar en la página web y abrir una cuenta online. Así que esta opción quedaba descartada, ya había hecho bastante papeleo.
Investigué un poco más, consultando sobre todo blogs de viajeros con mucha experiencia como viajeroscallejeros.com y descubrí que desde hace unos años, han ido apareciendo plataformas online y tarjetas de débito/crédito especialmente diseñadas para viajeros. Dos de ellas son N26 y B-NEXT. Os dejo un breve resumen a continuación de cada una de ellas para que veáis por qué me he decidido por ellas:
N26: Se trata de un banco online que te permite la máxima movilidad de tu dinero. Dependiendo de tus necesidades, hay diferentes tipos de cuentas y por consiguiente, diferentes tipos de tarjetas. Yo he escogido la tarjeta N26 normal, una tarjeta tipo MasterCard asociada a mi cuenta bancaria N26, que me permite pagar indefinidamente en establecimientos de todo el mundo (y esto es lo más importante) sin comisiones por cambio de moneda. También me permite sacar dinero de cualquier cajero del mundo, pero bajo una comisión del 1,7%. Abrir una cuenta es sencillísimo y la tarjeta te llega a tu casa en un plazo de dos semanas. Si queréis contratarla o saber más, os dejo aquí el link.
BNEXT: Esta otra tarjeta es un poco especial pues no está asociada a ningún banco. Funciona como una especie de tarjeta monedero, para usarla hay que recargarla con dinero mediante una transferencia de tu tarjeta de débito o crédito de tu cuenta corriente común. Esta tarjeta te permite pagar en cualquier establecimiento del mundo sin comisiones por cambio de moneda, hasta 2.000 euros y sacar dinero de cualquier cajero del mundo sin comisiones por la transacción y haciéndote automáticamente el mejor cambio de moneda, un máximo de 3 retiradas y 500€ en total. Realmente, no es que no tenga comisiones, sino que al hacer alguna de estas operaciones, te reingresan las comisiones que te puedan haber cobrado; excepto las comisiones que te cobra el propio cajero (el siguiente fragmento fue editado una semana después de llegar a Buenos Aires). Ciertos bancos en ciertos países sí cobran comisiones por cada retirada de efectivo en un cajero automático. Esto probablemente se deba a políticas monetarias del gobierno para intentar frenar la inflación y la pérdida de valor (como el caso de Argentina) o a alguna otra razón económica y/o legal. En cualquier caso, el cajero siempre os avisará de cuánto os va a cobrar de comisión antes de concluir la operación y os permitirá echaros atrás si lo deseáis. Podéis consultar en qué países se cobran comisiones por retirada aquí. Como comentaba, Argentina es uno de los países donde sí se cobran comisiones. Lo bueno que tiene Bnext es que como sólo te permite retirar dinero 3 veces al mes, sólo pagarás comisiones 3 veces. En Argentina, la comisión es de alrededor del 5%.
En cualquier caso, Bnext sigue siendo una de las mejores soluciones que he encontrado para sacar dinero en el extranjero y si os interesa, en 5 minutos tenéis vuestra cuenta abierta y la tarjeta llega en 48 horas (días laborables). Para contratarla, os dejo aquí el link. Los lectores de México podéis contratarla aquí y recibiréis 100 pesos de regalo.

Con estas condiciones, he pensado usar la N26 para pagar y la BNEXT para sacar dinero y pagar en caso de que falle la primera y aunque BNEXT tenga algún límite, sobrepasa por mucho mi presupuesto, así que ambas son perfectas para mí. Es cierto que podría haber pedido solamente una, pero más vale tener un comodín para no quedarme en la estacada. Cuando llevaba ya unos meses utilizando las tarjetas, escribí un post súper completo con mi experiencia personal, podéis leerlo aquí.
Teléfono: Actualmente tengo un contrato en Simyo y la verdad es que estoy encantadísimo; por eso llamé para preguntar si operaban en Argentina o si tenían algún servicio de roaming. Ni operan ni tienen roaming en Sudamérica, sólo en Europa. Ya me lo esperaba pero por preguntar, que no quede. Lo había leído en Internet y la operadora también me lo recomendó: era mucho más económico y fácil contratar una SIM de prepago una vez en el país. Por lo que he leído, las cuatro principales compañías de telefonía móvil son Movistar, Personal, Nextel y Claro, así que mi intención era llegar al aeropuerto y acercarme a alguna de las oficinas a comprar una.
Digo que era mi intención porque, ¡ah grata sorpresa!: un par de días después de averiguar todo esto, la Universidad de Belgrano me mandó un correo electrónico. Todo aquel extranjero que se matricule en una universidad argentina tiene derecho a un kit de bienvenida a recoger en el aeropuerto y que contiene: un 40% de descuento en el shuttle hasta la ciudad, un mapa de Buenos Aires, una tarjeta SIM, descuentos en 16 hostels de la ciudad para las primeras noches de estada y un abono de transporte gratuitos. ¡Magnifique! Una cosa menos de la que preocuparse.
En cuanto a mi contrato con Simyo, existe la posibilidad de hacer una baja temporal de servicio y así no perderé las condiciones contratadas y más importante aún, mi número de teléfono.
Últimos detalles y bon voyage.
Dentista: Tenía una revisión con el ortodoncista en octubre y claro, tuve que llamar para aplazarla hasta el mes de enero.
Gimnasio: Llevo desde 2005 apuntado en el Club Natació Sabadell (podéis leer el porqué en el apartado sobre mí) y no quería dejar de estarlo, pero claro tampoco quería pagar la cuota de socio durante los meses de ausencia. Pregunté en la recepción y me dijeron que por causas de estudios o trabajos en el extranjero y por causas médicas podían hacerme una Baja Temporal de servicio. No pagaría nada pero conservaría la antigüedad. Otra cosa hecha.
Seguro de coche: No iba a estar así que, por supuesto, tampoco iba a utilizar mi coche. Casualmente, el seguro me caduca algunas semanas después de marcharme por lo que hemos decidido no renovarlo hasta mi vuelta a finales de diciembre, así nos ahorraremos unos eurillos- más bien eurazos-.
Despedidas: Puede parecer mentira, pero uno se concentra tanto en los preparativos del viaje que, en cierto modo, se olvida que se va a ir y va dejar atrás a todos sus amigos, familia y cualquier cosa que haya podido conocer. Todo es papeleo, papeleo, organización, organización hasta que de repente: uff por fin está todo y ¡ohhh pero si en dos semanas me voy!. Es justo en ese momento que se empieza a experimentar un sentimiento de «tristeza» y añoranza y se empieza a querer pasar el máximo de tiempo con las personas queridas. Se suceden comidas, cenas, fiestas de despedida, días en la playa (con sus correspondientes quemaduras)… y todos los momentos únicos y recuerdos que se puedan acumular en la memoria para no olvidar nunca qué y a quiénes he dejado atrás. No soy una persona demasiado sentimental, sobre todo en lo que se refiere a despedidas pero ¡Dios Santo! no me lo han puesto nada fácil.
Os quiero con todas mis fuerzas y ya veréis que en menos de lo que canta un gallo, estaremos juntos de nuevo.
Maletas: ¿Alguien me puede decir cómo narices voy a meter 20 años de mi vida en una maleta de 20 litros y otra de 10? Soy consciente de que no voy a poder llevármelo todo pero una parte de mí se aferra a esas cosas que han estado ahí siempre y a todos los recuerdos que encierran. Tendré que hacer una lista y pasarme un par de días seleccionando. Ya os contaré por redes cómo me ha ido.
¡Embarco para Argentina!
7 meses y 19 días. Ha pasado prácticamente un año desde que empecé a gestionar el viaje Erasmus. Un año de papeleo, espera, inseguridad, angustia… Desde luego no ha sido un camino de rosas, pero, ¿sabéis qué? Sin duda volvería a repetir la experiencia. En menos de dos semanas subiré a un avión hacia Buenos Aires, donde sé que me esperan miles de aventuras por vivir, decenas de kilómetros por recorrer, maravillosos paisajes que fotografiar, increíbles personas por conocer… y también algún que otro libro por abrir, no nos olvidemos. Ojalá pudiese expresar con palabras cómo de emocionado estoy. Siempre quise hacer un viaje así pero no pensé que podría hacerlo tan pronto y ahora ya casi estoy en el aeropuerto. Cuento los minutos para ello.
Buenos Aires, ¡allá voy!
¡Yuhuuuuuuu!
Una vez en destino.
La subsiguiente información, fue publicada dos meses después de mi llegada a Buenos Aires.
Podéis leer un resumen de lo que viví los primeros días en Buenos Aires aquí y saber un poco más sobre la maravillosa Argentina aquí; pero hay un par de cosas importantes que se deben hacer o yo personalmente tuve que hacer una vez en destino y sobre las cuales me gustaría profundizar. Como siempre, esta es mi experiencia personal e intransferible y puede variar según el destino y/o la universidad:
1. Por si teníais curiosidad sobre el control de pasaportes: ni motivo del viaje, ni vuelo de vuelta, ni nada… lo único que me pidieron en la aduana fue la dirección de mi alojamiento, después me estamparon el pasaporte y listo. ¡Qué empiece la aventura!. Anotaos toda la información por si a caso, pero podéis estar súper tranquilos.
2. Firmar el certificado de llegada. Debéis entregar este documento, proporcionado por vuestra universidad, al coordinador o la persona que os reciba en la universidad de destino para que lo firme; después tendréis que escanearlo y enviarlo de vuelta a vuestra facultad, como comprobante de que habéis llegado bien y estáis listos para empezar el nuevo curso. Es un mero formalismo pero indispensable para que den el visto bueno al ingreso de la Beca Erasmus (aunque esta no se ingresa hasta la mitad de la estancia).
3. Conseguir la VISA de estudiante.
Como comenté en su día, el visado de estudiante es esencial si queréis permanecer legalmente en el país más de tres meses (en Argentina, el máximo tiempo de permanencia permitido) y como me comentó por correo la Universidad de Belgrano, es muy sencillo de conseguir una vez en Argentina, así que no hace falta que os estreséis intentándolo tramitar desde España.
También es cierto que la política de renovación de este periodo de permanencia de 3 meses es muy poco restrictiva, basta con que salgáis del país y volváis a entrar; pudiéndolo hacer incluso en el mismo día. La opción más sencilla, desde Buenos Aires, es cruzar el Río de la Plata en barco hasta la vecina Uruguay y aprovechar así para visitar la coqueta Colonia del Sacramento o la capital, Montevideo (dos de las excursiones más típicas desde Buenos Aires). Sabed, eso sí, que el precio del pasaje en barco es prácticamente el mismo que el del visado así que tendréis que valorar vosotros mismos lo que más os convenza. Yo, en mi caso, por mi comodidad y tranquilidad y también por obligación de la facultad, me «decanté» por sacarme el visado.
Para tramitarlo, debéis disponer de:
- Una fotocopia del Pasaporte.
- Una foto personal.
- El certificado o la póliza del seguro médico que hayáis contratado. Esto os lo proporciona la propia aseguradora una vez que lo contratéis.
- La Constancia de Inscripción en la universidad de Argentina. Este documento, que debéis firmar, os lo proporcionará la propia universidad.
En mi caso, tuve que presentarlo todo en la Oficina de Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano, quienes se encargaron de informatizar los documentos y subirlos a la nueva plataforma online habilitada por la Dirección Nacional de Migraciones para tramitar el visado. En ese mismo momento deberéis pagar la tarifa de la VISA, que en aquel momento (Agosto de 2019) era de 2.700 pesos (unos 58 euros). Muy importante: tenéis que pagar con tarjeta de CRÉDITO, no se aceptan tarjetas de débito. Así que, si como yo, no tenéis tarjeta de crédito, pedidlo con antelación a un familiar o amigo o aseguraos de estar en contacto con ellos en ese momento, para que os faciliten el número de la tarjeta, la fecha de caducidad y el número de seguridad. También se puede pagar en efectivo pero no lo recomiendan porqué tenéis que hacerlo en un cajero y después el Gobierno tarda más tiempo en verificar que se ha realizado el pago.
Una vez que se haya verificado, que en el caso de la tarjeta es casi al instante, podréis descargaros de la plataforma la solicitud del certificado de antecedentes penales. Hay que llevar este documento a una oficina postal y pagar por su autentificación. El coste en aquel momento (Agosto de 2019) era de 180 pesos, unos 3,80€. Podéis ver, entonces, que el coste de obtener una VISA de estudiante para Argentina es (o era) de 63€. Por lo que sé, no es de la extensiones de visado más baratas del mundo, pero nada en comparación con los 150 euros que me querían cobrar en el consulado de Argentina en Barcelona. Ah, ¿no os lo había dicho?. Ya sabéis…
Una vez que tengáis el certificado de pago de los antecedentes penales, tenéis que entregarlo de nuevo en la Oficina de Relaciones Internacionales de vuestra universidad, donde se encargaran de subirlo a la plataforma. Entonces, con ambas tarifas pagadas, toca esperar. La Dirección Nacional de Migraciones os enviará un correo electrónico entre los 30 y los 90 días después de subir todos los documentos para que acudáis a una cita en sus oficinas. Al mismo tiempo, emitirá un permiso de residencia que caduca el día de la cita. Es muy muy importante que cuando os presentéis a la cita, llevéis con vosotros los originales de todos los documentos que hayáis subido a la plataforma porque os lo pedirán. Si olvidáis alguno, tendrán que reprogramaros la cita y el proceso puede llevaros muchísimo más tiempo. Para mí, esta fue la parte del proceso más confusa. Ocurrió que contactaron conmigo y me dieron cita apenas una semana después de ingresar toda la documentación, ignorando el plazo mínimo de 30 días que me habían dicho. Yo pensé entonces que aquella cita no era para autorizarme el visado sino simplemente para conocerme y entregar la documentación y que me citarían de nuevo más tarde. Mi cita fue un lunes a las 08:00 de la mañana en las oficinas de la Dirección Nacional de Migraciones en Puerto Madero. Os recomiendo que lleguéis con la máxima antelación posible porque aunque vayáis con vuestra cita preprogramada hay que hacer una cola importante para acceder al edificio. Una vez dentro, me dirigí al pabellón que me indicaron y de nuevo a hacer cola para que me atendiesen. En el mostrador, me preguntaron para qué era la cita, me recogieron el pasaporte y dijeron que esperara. La verdad que no fue demasiado rato, durante el cual entablé una conversación con una italiana y una americana que estaban en la misma posición que yo y que justamente iban también a la universidad de Belgrano. Cuando me llamaron de nuevo, me senté delante de un mostrador al otro lado del cual había una chica con cara de acelga (me habían avisado de que sería así porque las pobres cobran por debajo del salario mínimo) y el proceso fue más o menos el mismo que cuando tienes que ir a renovarte el DNI: me sacaron una foto, me tomaron las huellas dactilares y entregué toda la documentación. Cuando terminó de teclear, me dijo que me mandarían un correo al día siguiente y que ya me podía ir. Eso acabó de despistarme del todo, ¿me mandarían el visado? ¿otra cita? ¿el qué?.
Efectivamente, al día siguiente me llegó el correo electrónico, pero no contenía ni una segunda cita ni el visado, sino la autentificación virtual del certificado de antecedentes penales. Cualquier otro, ante la duda, hubiese enviado un correo preguntando o se hubiese dirigido a la universidad para descubrir que tenía que hacer a continuación, pero yo me autoconvencí tanto de que aquello no podía ser todo y de que tenían que citarme de nuevo que simplemente «me senté a esperar». Como podéis imaginar por el tono de mis palabras, aquella segunda citación nunca llegó y un mes después me decidí por fin a ir a preguntar a la Oficina de Relaciones Internacionales de mi universidad. Resulta que sí era todo, sólo tenía que llevar aquel documento que me enviaron, el cual introdujeron en el programa y pude descargarme directamente mi visado de estudiante. ¡Qué boludo!
4. Cuadrar las materias.
Mientras «esperaba» mi visado, el proceso de selección de materias y el inicio de las clases me mantuvieron ocupado unos días. Y os estaréis preguntando: ¿no habías preseleccionado ya las materias con tu coordinador? Sí, así era: nosotros elegimos, de entre las materias que había publicadas en la página web de la Universidad de Belgrano, aquellas que más se ajustaran a las que debía cursar en la UAB en cuanto a contenido y a su posterior convalidación; pero sin tener en cuenta nada más y sin contactar con la propia universidad.
¿Que pasó? Pues que al reunirme con la coordinadora de Belgrano para firmar el plan de estudios, resultó que dos de esas materias preseleccionadas ya se habían cursado en el anterior cuatrimestre y lógicamente no se repetían en este (esto no lo especificaba en la web) así que tuve que volver a consultar las materias, intentando cuadrar los horarios y teniendo en cuenta las convalidaciones. Cuando parecía que ya lo tenía todo bien montadito, mi coordinador de Barcelona me dijo que una de las asignaturas no se acababa de ajustar al contenido que debía cursar… Al final aquello se convirtió en un complicado y estresante rompecabezas que me tuvo al borde de un ataque de nervios por una semana. ¿Os acordáis aquello de no pasa nada por «perder» un año pero la gracia es seguir con vuestra formación en el extranjero? Pues por un fugaz momento me vi a mí mismo teniendo que extender un año mi carrera. Al final, pudimos cuadrarlo todo pero no sin sacrificar mi plan original: tuve que adelantar una materia de cuarto año y la de tercero que iba en su lugar, me quedará pendiente y tendré que hacerla el año que viene. No alargo la carrera un año, la completo en el tiempo estimado, pero el orden varía ligeramente. Bueno, algo es algo. La verdad que la experiencia lo vale completamente.
Eso sí, vosotros podéis ahorraros todo el lío y/o al menos ir informados de antemano, simplemente poniéndoos en contacto con vuestra universidad de destino en el momento de seleccionar materias.
Y como diría Bugs Bunny: «¡esto es todo amigos!» Si sobrevivís a todo el proceso y llegáis hasta aquí, estaréis más que listos para iniciar vuestro intercambio Erasmus y disfrutar de la que se está convirtiendo en una de las mejores experiencias de toda mi vida.
¡Bon voyage y nos vemos en diciembre!
Una de las guías sobre el país más completas que he visto hasta la fecha! enhorabuena por este post!
¡Muchísimas gracias!. Me alegro de que te haya gustado y ojalá te sirva para planificar tus próximas aventuras.
Wow!
Se ve que le metiste todo el corazón en esta experiencia, hay muchos detalles y se ve muy muy completo.
Tu descripción del proceso de VISA es correcto pero cada uno tiene que averiguar con su Universidad si es requisito obligatorio tener la visa para validar las materias. En algunos casos, la universidad puede pedir que sea requisito excluyente tener la visa para validar las materias.
De nuestro lado, te recomendaríamos la nueva plataforma de alojamientos, http://www.casatropical.org que permite compartir pisos o casas con otros jóvenes de todo el mundo, incluso argentinos que ofrecen una habitación extra. El intercambio cultural es mágico y se aprende muchísimo de la cultura de las demás personas.
luego de esta estadía en Argentina, ¿te gustarías volver?
¡Muchísimas gracias por tu comentario!
Sí, desde luego esta experiencia está siendo todo un viaje emocional y quise profundizar bien, así como quiero hacerlo en los próximos posts, en qué estoy sintiendo en cada fase y momento del viaje.
Por supuesto, si hay algo que he repetido y es importante que haya quedado claro en este post y en el blog en general, es que todo el contenido se basa exclusivamente en mi experiencia personal, NO es una guía paso a paso sobre como irse de intercambio. Entonces, aunque puedan utilizar el artículo como base o referencia de como podría ser el proceso, cada experiencia Erasmus es personal y se debe llevar a cabo tal y como se lo indiquen en cada universidad. Es importante que cada persona verifique qué documentos necesita y qué pasos debe seguir por su parte.
Por otro lado, todavía sigo en Argentina pues mi intercambio termina a finales de diciembre y por supuesto que me encantaría y ya estoy pensando en volver. Argentina es un país absolutamente extraordinario. Si bien ya tengo alojamiento en una residencia, que me está permitiendo vivir esa magia e intercambio cultural que comentáis, tendré en cuenta vuestra recomendación para un futuro viaje.
De nuevo, muchas gracias y muy buen día.