Gran Canaria, en el centro del archipiélago, forma parte de la provincia de Las Palmas y a su vez de la Comunidad Autónoma de Canarias. En mi opinión una isla infravalorada por los turistas y viajeros, «hermana fea» del resto de islas, siempre a la sombra de Tenerife o Fuerteventura, esta bella y rocosa isla tiene mucho más que ofrecer que lo que se ve a simple vista.
Empezando por el sur, nos encontramos los núcleos urbanos de San Fernando y Maspalomas. Estos sí, tremendamente urbanizados y llenos de turistas con pulserita que solo salen de los grandes resorts para darse un chapuzón en las frías y movidas aguas del Atlántico. Aunque las vacaciones son para descansar, no deberíais obviar la oportunidad de descubrir el resto de la isla, no os arrepentiréis. Empezando por este mismo rincón, junto a los imponentes hoteles y los majestuosos centros comerciales, se encuentra La Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas. Una área protegida cubierta de enormes dunas de arena fina que le harán sentirse a uno como si estuviera en medio del Sahara. Podéis visitarlas o bien a pie, o si queréis intensificar aún más la experiencia africana, a lomos de un camello*. También aquí se encuentran las playas de Meloneras, Maspalomas y del Inglés, esta última una de las más famosas y bonitas de la isla. Muy cercano a San Fernando, encontraréis el costero pueblo de Pozo Izquierdo, famoso por sus campeonatos de surf y windsurf, celebrados durante los meses de verano.

Subiendo por el este, avistaréis el pequeño y encantador pueblo de La Garita. Sus casitas blancas se agolpan junto a la pequeña playa de arena negra y el paseo marítimo. Si paseáis por este, a unos 200 o 300 metros de la playa, encontraréis El Bufadero de la Garita, un agujero natural en la roca próximo al mar, en el que se crean pequeñas cascadas cuando el agua entra. Una maravilla de la naturaleza que sólo se puede apreciar cuando la marea está lo suficientemente alta, así que aseguraos de visitarlo en la hora adecuada.
Continuando hacia el norte, en uno de los extremos de la isla, encontraréis Las Palmas de Gran Canaria, la capital. Es una de las ciudades más grandes de España y como tal, hay mil y una cosas interesantes que visitar. Si sólo disponéis de un día como yo, lo mejor es empezar por el barrio de la Vegueta, en el corazón de la ciudad. La plaza de Santa Ana es un buen lugar para comenzar. Aquí se encuentra la Catedral de Canarias, un imponente edificio mandado construir por los Reyes Católicos. Lo más interesante de la basílica son las fabulosas vistas que hay desde lo alto de sus torres. La subida cuesta un euro y medio, poco, teniendo en cuenta que podéis ver toda la ciudad desde un mismo lugar y sin hacer mayor esfuerzo que abrir los ojos. Sus coloridas fachadas, asentadas en colinas junto al mar os dejarán boquiabiertos.

Detrás de la Catedral, se encuentra la casa-museo de Colón. Una perfecta oportunidad para conocer mejor la vida de este ilustre personaje, así como sus viajes y todo el legado histórico y cultural que dejó. Volviendo a la plaza principal, y si os dirigís al este, os toparéis con la Calle Triana, arteria principal del barrio. Aquí, a parte de decenas de tiendas y restaurantes, encontraréis la casa-museo de Benito Pérez Galdós y el teatro que lleva su nombre. Al final de la calle, se encuentra una sombreada plaza con un precioso quiosco modernista, en el que podéis parar a tomar un refresco y descansar de la caminata. Por la tarde, podéis aprovechar para daros un baño en las numerosas playas que rodean la capital, la mejor, la de Las Canteras.
De nuevo en la carretera y si seguís dirección oeste bordeando la costa, llegaréis al bellísimo pueblo de Agaete, que os deparará más de una sorpresa. Si a medida que os alejabais de Maspalomas el número de turistas iba descendiendo, aquí, justo en la otra punta, encontraréis a contados y la mayoría jóvenes y aventureros. Este encantador rincón rodeado de grandiosos precipicios es sin duda mi favorito de la isla. Aquí, la naturaleza ha dado forma a la roca durante quizá siglos para moldear unos agujeros en los que la gente empezó a bañarse. Son las piscinas naturales o Salinas de Agaete, un lugar único para disfrutar con familia y amigos. ¡Atención!, el agua suele estar incluso más fría que la de la playa.

El resto del pueblo es igualmente bello, con sus casas blancas que contrastan con la roca de los acantilados. Tras el chapuzón, llega la hora de comer y que mejor lugar para probar la comida típica, en especial el pescado, por supuesto siempre fresco, que este. El restaurante Las Nasas, junto al puerto del que salen los ferris que se dirigen a la vecina Tenerife, es una buenísima elección. Su parrillada de pescado (si sois tres, deberíais pedir para dos) es exquisita y las «papas arrugás» con mojo picón una delicia.
Si deseáis seguir bordeando la isla, se os presentará un pequeño dilema. Hasta ahora la carretera había sido una autopista bien cuidada por la que era fácil circular, pero al ser el lado oeste mucho más montañoso, la vía se transforma en una estrecha, sinuosa y vertiginosa carretera que resigue la costa, subiendo y bajando como lo hacen sus acantilados. El paso por estas carreteras realmente vale la pena ya que las vistas que ofrecen son de escándalo, pero sino estáis convencidos, lo mejor es dar media vuelta y volver por donde se ha venido.
Llegando ya a Maspalomas, junto al mar, se alza el precioso puerto de Mogán (el pueblo del mismo nombre está hacia el interior). Otro de mis rincones favoritos y lugar mágico como pocos. Sus coloridas y maravillosas casas, que recuerdan a la Havana, forman unas estrechas y siempre concurridas calles por las que es una delicia pasear, antes de sentarse a cenar en alguno de los cientos de restaurantes y disfrutar de una magnífica puesta de sol.
De nuevo en Maspalomas, tenéis varias opciones para disfrutar y relajaros después de unas cuantas visitas. Recomiendo comprar la entrada doble para Palmitos Park* y Aqualand. El primero, un recinto en el que es posible encontrar desde los curiosos suricatas a los peces más extraños, pasando por exhibiciones de delfines y loros; el segundo, un genial parque acuático en el que descargar toda la adrenalina y sacar al niño que se lleva dentro.

El centro de la isla, aunque más inhóspito, es igualmente espectacular. Lo más típico es la excursión al Monumento natural del Roque Nublo, una enorme formación geológica de más de 60 metros de alto, adorada por los antiguos isleños. Para llegar, hay que recorrer una carretera estrecha, con muchísimas curvas, que cruza la isla salvando abruptas pendientes y paisajes lunares. Aunque la roca en sí misma es interesante, la mayoría de gente que recorre el kilómetro y medio que hay desde el aparcamiento, lo hace por las vistas. Una impresionante visión de toda la isla, de sus valles yermos, de sus escarpadas costas… y si el día es lo suficientemente claro, incluso se puede avistar la cumbre del volcán Teide, en la vecina Tenerife.

A la hora de comer, lo mejor es recorrer la sinuosa carretera de vuelta, en dirección a Maspalomas y parar en alguno de los encantadores pueblos que hay por el camino. San Bartolomé de Tirajana es una más que recomendable opción. Nosotros nos sentamos en el restaurante que hay justo enfrente de la plaza del ayuntamiento. Jamás había visto unos platos tan grandes y rebosantes y a la vez tan deliciosos. Después de una satisfactoria comida, cogimos el coche, y nos pusimos en marcha de nuevo. Casi al final de la carretera (o al principio, según se mire), poco antes de llegar a San Fernando, en lo alto de una colina, hay un mirador que bien vale una parada. Incluso los autocares turísticos que llevan a los huéspedes de los hoteles cercanos se detienen a admirar las formidables vistas que hay desde allí. Qué mejor forma de finalizar el viaje por una de las islas más bellas que he visitado.

*La visita a Palmitos Park es una actividad que realicé entonces pero que no volvería a repetir de presentárseme en la actualidad gracias a los conocimientos sobre Turismo Responsable con Animales de los que dispongo ahora. Igualmente, recomendé en su día subir a lomos de un camello para hacer la visita a las Dunas de Maspalomas y ahora es algo que me parece completamente innecesario y fuera de lugar. Desde este, mi humilde blog, no quiero promocionar actividades que impliquen espectáculos con animales en cautividad y otras modalidades de explotación animal, cosa que sí sucede en Palmitos Park y en las Dunas de Maspalomas.
No os culpéis por haber participado en este tipo de actividades en el pasado o haberlas incluso recomendado, todos lo hemos hecho, pero pensad cuáles son las implicaciones de volverlo a hacer.
Gran Canaria sin duda es la isla mas desconocida incluso para los propios isleños del resto de islas que no salen mas alla de Las Palmas o Maspalomas, y se atreven a juzgarla sin conocer el resto…
¡Desde luego! Es una de las cosas que más me sorprendió y «entristeció» de la isla: el sur estaba plagado de los típicos resorts todo incluido y de turistas con pulserita, que no se animaban a salir a descubrir el increíble interior y norte, que tan salvaje y auténtico me pareció. Aunque bueno, algo bueno tiene que tener: así se conserva mejor para los que sí nos animamos a salir del hotel jeje.
¡Muchas gracias por tu comentario y que pases un buen día!