Ya había estado antes en el Delta. Fue hace años en unas colonias con el colegio. Navegamos por el Ebro, hicimos kayak en el mar, una ruta en btt cruzando los arrozales, comimos en una barraca tradicional… en fin, un viaje idílico de aquellos que se recuerdan toda la vida. Por eso, cuando dejamos la autopista para adentrarnos de nuevo en las infinitas llanuras del Parque, sufrí una pequeña decepción.
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