Millones de turistas pisan cada año las calles de Barcelona en busca de ese je ne sais quoi especial que hace de un viaje una experiencia inolvidable. Y es que muchos son los atractivos que «esconde» esta maravillosa y cosmopolita ciudad situada junto al Mar Mediterráneo – una de mis favoritas, si me lo permitís – y Las Ramblas, más conocidas como La Rambla, es sin duda uno de los más famosos.

Esta encantadora e histórica calle, a la que incluso ha dedicado una canción algún que otro artista británico, está siempre abarrotada por miles de visitantes que recorren sus 1,3 kilómetros como si de un ritual se tratara. Muchas veces me he sorprendido a mí mismo preguntándome mientras paseaba con mis amigos entre parejas italianas, familias suecas y estudiantes británicos si realmente conocerían todas estas personas lo que escondía La Rambla, si la recorrían con la intención de descubrir sus secretos o simplemente porque es una de las cosas que hay que hacer en Barcelona, si sabrían que hay mucho más de lo que se ve a simple vista o sólo sería una calle más para ellos. Todas estas preguntas me han llevado a escribir esta pequeña guía práctica de las 10 cosas que ver y/o hacer en La Rambla.

1. Plaça de Catalunya.

Plaça Catalunya

Empezamos nuestro recorrido en el corazón de Barcelona, en la gran plaza, testimonio de tantos acontecimientos históricos pasados y presentes, sede de algunos de los más importantes centros comerciales (El Corte Inglés, El Triangle…) y hogar de otras tantas palomas. Antes de dirigiros hacia el sur y adentraros ya en la Rambla, quizá deberíais entrar en alguna cafetería americana y comprar un buen café para acabar de quitarse el sueño de encima. También podéis aprovechar para admirar el monumento a Francesc Macià, la Diosa y las fuentes del centro de la plaza o si coincidís con alguna muestra o celebración como la feria del libro, pasar el rato mirando los puestos, paradas y espectáculos múltiples.

2. Mercat de la Boquería.

Mercat de la Boqueria

Paseamos por la Rambla un par de cientos de metros admirando alguno de los más ilustres edificios como el Palau Moja (a la izquierda) o la Virreina, centre de la imatge (a la derecha) hasta llegar a la entrada del archifamoso Mercat de la Boquería. Antes de aventuraros a entrar, deberíais saber que aunque se ha puesto tremendamente de moda entre los visitantes, se trata de un mercado local al que la gente va a comprar y en el que los mercaderes intentan  ganarse la vida, por tanto no debéis molestar y sobreexcederos con los selfies ya que no es un atractivo turístico en si mismo. Este fenómeno de masas ha llegado hasta tal punto que el Ayuntamiento está reconsiderando cerrar el acceso a los turistas, por tanto disfrutad del ambiente y del colorido de los puestos, haced fotos, comprad un batido de frutas –  el de pitahaya está espectacular – pero siempre desde el respeto y la distancia. Al salir, justo en frente, encontraréis el Museo Erótico, apto sólo para mayores de edad. Un espacio en el que se expone una crónica del arte y la cultura del erotismo desde diferentes perspectivas. Justo al lado, está el Jamón Experience, un museo-restaurante centrado en el jamón salado, producto español por excelencia tan valorado por locales y viajeros.

3. Gran Teatre del Liceu.

Techo del Teatro del Liceo

De nuevo en el camino y unos metros más al sur, se alza este impresionante teatro burgués del siglo XIX, considerado como uno de los mejores del mundo. Si no podéis permitiros pagar los precios prohibitivos para disfrutar de una ópera o un ballet, siempre os queda hacer la visita guiada, igualmente impresionante y enriquecedora. Su imagen actual es fruto de varios incendios y reformas que han tenido lugar a lo largo de sus dos siglos de historia (sí, habéis leído bien, se ha incendiado más de una vez). Sus asientos rojos y sus detalles en pan de oro os harán sentir como si estuvierais en la Austria imperial y los espejos de su antesala os recordarán al Palacio de Versalles de Luís XIV. En conjunto una maravilla arquitectónica que bien merece una visita.

4. Plaça Reial.

Plaça Reial

Justo al otro lado, unos metros más adelante, encontramos la Plaza Real. Este espacio rectangular conectado con el resto del denominado Barri Gòtic por encantadores callejones es uno de los más concurridos, tanto de día como de noche, por ser el emplazamiento de múltiples restaurantes, clubes y salas de fiesta. En el centro se levanta la fuente de las tres Gracias, y esparcidas alrededor, unas cuantas palmeras y unas encantadoras farolas diseñadas por el maestro Antoni Gaudí. En general, un lugar genial para hacer un alto en el camino y refugiarse del sofocante calor de verano o de los fríos vientos de invierno. También es la puerta de entrada a la siguiente fase de la visita. Dejando a un lado la Rambla, podemos seguir caminando por las callejuelas paralelas que nos permitirán huir de la multitud y disfrutar de un paseo calmado por uno de los barrios más interesantes de la ciudad. Este es además el lugar dónde se encuentran los mejores y más baratos restaurantes de la zona.

5. Museo de Cera y el Bosc de les Fades.

Barri Gòtic

Llegando ya al final de la Rambla encontramos el a veces escalofriante y otras curioso Museo de Cera, en el que podréis contemplar las figuras de personajes fantásticos o reales como el hombre lobo o el rey emérito Juan Carlos. A algunas habrá que echarle un poco más de imaginación para averiguar de quién se trata, incluso teniendo su nombre en una plaquita metálica, pero esto no será impedimento para disfrutar de la visita. Junto a la entrada del museo, encontramos también el encantado Bosc de les Fades, un maravilloso café-bar llamado así por la forma en que está decorado. Sin duda, un magnífico lugar para echar el rato y volver momentáneamente a la infancia.

6. Edificio Colón y Restaurante Marea Alta.

Barcelona desde el edificio Colón

Cercano al Museo de Cera, se ubica el moderno edificio Colón, con 28 plantas, y uno de los primeros rascacielos construidos en la ciudad, siendo el primero en superar los 100 metros de altura. Una vez dentro del hall, debéis decir que queréis subir a tomar algo. Un ascensor os llevará a la última planta, donde se encuentra el impresionante restaurante Marea Alta. Si bien sus mesas de diseño y su cocina vanguardista sólo están al alcance de los más acaudalados – allí fuimos testigos de una conversación entre dos hombres, en la que uno le hablaba al otro del yate de 30 metros que tenía aparcado en el puerto – cualquiera puede tomarse un refresco o un café en la terraza inferior, desde la que hay una panorámica espectacular de toda Barcelona. Un descanso estupendo con unas vistas de escándalo.

7. Museo Marítimo de Barcelona.

Museo Marítimo de Barcelona

De nuevo a pie de calle, unos metros al este, se sitúa el Museo Marítimo de Barcelona. Una perfecta oportunidad para conocer el pasado naval y marinero de la ciudad y la región, así como los distintos tipos de barcos y naves utilizados en cada periodo histórico. Desde las primeras barcazas griegas, pasando por las grandes calaveras de los siglos XVI y XVII hasta los buques de vapor del siglo pasado. Todos ellos surcaron estas aguas y atracaron en el puerto de esta antigua villa. Tras la fascinante visita podéis dar una vuelta por el muelle, muy próximo al museo, y quizá os topéis con la réplica de alguna embarcación antigua. Desde este lugar, también salen además, las golondrinas que recorren el puerto y la costa barcelonesa.

8. Monumento a Colón.

Puerto y monumento a Colón

Junto al puerto, en el centro de una gran rotonda, se alza el gigantesco monumento dedicado al descubridor del que dicen ahora era catalán. Pero no se trata únicamente de una escultura decorativa, del mismo modo que la americana Estatua de la Libertad, en lo alto del monumento hay un mirador desde el que se pueden contemplar unas fantásticas vistas del puerto y la ciudad. Para acceder, deberéis bajar unas escaleras que llevan a los cimientos y después coger un estrecho y angustioso ascensor que os llevará hasta la cúspide. Es un espacio algo pequeño por lo que sólo pueden subir grupos de 5 o 6 personas cada vez pero la espera vale la pena. Una vez acabada la visita, en el exterior hay unos enormes leones de piedra en los que hacerse una foto como recuerdo.

9. Centro comercial Maremagnum.

Atardecer en el Maremagnum

Seguimos dirección sur desde Colón y cruzamos el puente levadizo de madera que nos separa del Centro comercial Maremagnum. Un enorme espacio lleno de tiendas y restaurantes en el que relajarse después de un día entero recorriendo la zona. Si no os atraen las compras, también podéis daros una vuelta entre peces de colores, tiburones y mantas raya en el Aquarium*. Tras la caminata, nada mejor que sentarse en el muelle a contemplar el atardecer con unos curiosos monigotes flotantes de fondo y comentar todo lo vivido durante la jornada con los compañeros de viaje.

10. Las Ramblas.

Las Ramblas

Nos levantamos y desandamos nuestros pasos de vuelta a la Plaça de Catalunya. Recorremos el kilómetro de vuelta, tranquila y pausadamente fijándonos en los edificios novocentistas y modernistas, en los hombre-estatua, en las paradas de flores, en los artistas callejeros que retratan a los turistas, en el mosaico de Joan Miró y en ese ambiente que se crea durante las últimas horas del día, cuando el sol está bajo, las terrazas llenas y la brisa marina nos alborota el pelo. Ha sido un día mágico, lleno de sorpresas. ¡¿Qué más se le podría pedir a un destino?!.


*La visita al Aquarium de Barcelona es una actividad que realicé y recomendé entonces pero que no volvería a repetir de presentárseme en la actualidad gracias a los conocimientos sobre Turismo Responsable con Animales de los que dispongo ahora. Desde este, mi humilde blog, no quiero promocionar actividades de este tipo basadas en la «explotación» de animales en cautividad, cosa que sí sucede en el Aquarium de Barcelona.

No os culpéis por haber participado en este tipo de actividades en el pasado, todos lo hemos hecho, pero pensad cuáles son las implicaciones de volverlo a hacer. 

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