A dos horas en coche desde Barcelona se encuentra la Garrotxa, una de las comarcas más singulares y bellas de Catalunya. Olot, su capital, es el lugar idóneo para empezar esta fascinante ruta que os llevará a través de tierras encantadas y pueblos medievales. Benvinguts a la Garrotxa!
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1. Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa.
Qué mejor lugar para empezar el viaje. Este gigantesco parque natural comprende varios municipios y está formado por unos 40 conos volcánicos que constituyen la zona volcánica más espectacular de toda la península. Pero la singularidad de este lugar no recae en los propios volcanes sino en el entorno natural que los envuelve. De las tierras calcinadas por las últimas erupciones hace más de 15.000 años, brotaron bosques de encinas, alcornoques, robles, hayas y más de 1.000 especies de plantas, haciendo de este espacio natural un lugar único en el mundo.

Por supuesto no podríais ver todos los volcanes, ni aunque quisierais (el 98% del parque es propiedad privada) por eso os recomiendo que visitéis los más importantes y famosos, entre ellos el Santa Margarida, el Cruscat y el Montsacopa, cada uno con su particularidad especial. Los dos primeros son accesibles desde el mismo párking y se visitan en un paseo de una hora y media aproximadamente. El Cruscat fue explotado para la obtención de minerales por la cual cosa presenta un enorme corte en un lado que le da una imagen un tanto extraña. En el fondo del cráter de Santa Margarida hay una ermita y además es el que presenta una dificultad mayor con una pronunciada pendiente que supera 200 metros, por la cual cosa no os recomiendo visitarlo con niños.
El tercero, el Montsacopa, se encuentra en el centro de la ciudad de Olot y desde la ermita que se encuentra en lo alto, se obtienen unas impresionantes vistas de esta y de la vall d’en Bas así como de las sierras que la rodean. Aunque también ofrece una fuerte pendiente, es muy recomendable para familias con niños ya que el cráter está totalmente recubierto de césped, lo cual es perfecto para jugar un partido de fútbol o simplemente relajarse disfrutando de la brisa. También aquí hubo una pequeña explotación minera que se visita en poco más de cinco minutos.
2. Reserva Natural de la Fageda d’en Jordà.
Esta reserva es única en el mundo por contener un hayedo surgido de las cenizas de un volcán. El paseo bajo la sombra de estos hermosos árboles y con el canto de los pájaros de fondo es altamente recomendable. Cada cual es libre de escoger cuánto tiempo quiere pasar en el interior del bosque pero hay algo que tenéis que tener en cuenta y es que los senderos no están demasiado bien señalizados y es fácil perderse, por eso os recomiendo que cojáis un mapa en el punto de información y prestéis atención a las intersecciones para poder volver después. Aun así, esto no será impedimento para disfrutar de una maravillosa excursión.

En uno de los márgenes del bosque, se encuentra además la fábrica de los famosos yogures la Fageda que se puede visitar pidiendo una visita en la web o llamando por teléfono. Para acceder al recinto, eso sí, hay que entrar por una pista para automóviles situada un kilómetro más adelante de la entrada para viandantes. Os aconsejo que la visitéis y aprenderéis el interesante proceso de producción del yogur, podréis interactuar con las vacas, conocer la importante obra social de la empresa y también hacer una pequeña cata de los diferente productos que comercializan. ¡El yogur natural con mermelada de pera estaba espectacular!
3. Santa Pau.
Junto con Besalú, también en la Garrotxa, Santa Pau es el único pueblo medieval que se conserva en la comarca gerundense. Callejuelas estrechas y empedradas conforman el núcleo urbano de este encantador pueblo que debéis visitar dando un tranquilo paseo y empapándoos de la historia que desprenden los muros de sus nobles edificios. La iglesia del mismo nombre que el pueblo, en el centro de este, es una visita casi obligatoria. Una vez acabado el recorrido, ¡es hora de comer!, y qué mejor lugar para probar la gastronomía catalana que este. El plato estrella de todos los restaurantes es el de fèssols (judía blanca) que tienen aquí su propia denominación de origen. Fèssols con butifarra, sepia, tocino… hay para todos los gustos y para aquellos que no os gusten, disponéis de una amplia variedad de carnes a la brasa cocinadas, cómo no, con carbón volcánico.


4. Olot.
La capital de la Garrotxa no es especialmente bella en comparación con el resto de la zona pero aun así dispone de algunos lugares de interés como el ya mencionado volcán Montsacopa o els aiguamolls de la Moixina. Este último se trata de una zona de humedales de gran valor geobotánico que se puede visitar gratuitamente en un paseo de veinte minutos. En uno de los extremos se encuentra la fuente del mismo nombre y una pequeña iglesia no visitable. El humedal está enclavado dentro del Parque de la Zona Volcánica, que se puede ver de una sola vez partiendo desde casi cualquier punto en un recorrido de varios kilómetros, especialmente recomendable para ciclistas. Otro de los grandes atractivos de la ciudad es su gastronomía, en especial las llamadas patates d’Olot, una especie de empanadillas de patata rellenas de carne. No podéis marcharos de aquí sin probar este suculento manjar y el mejor restaurante para degustarlas es el Hostal del Pagés.

A parte de estas recomendaciones, podéis finalizar vuestra experiencia olotina paseando por el centro de la ciudad y admirar sus edificios modernistas. Y por supuesto hay una infinidad de cosas más por hacer en esta increíble comarca, entre ellas recorridos a pie, en bici e incluso un paseo en globo aerostático admirando la zona desde las nubes… que os recomiendo si disponéis de algo más de tiempo.
Y para acabar…
Mi recomendación especial.
Aunque no suelo recomendar hoteles, hostales u cualquier otro tipo de alojamiento porque, en mi opinión, eso depende del gusto de cada viajero y es algo más personal, esta vez haré una excepción. El complejo La Rovirota i el Molí (así se llamaba entonces) es sin duda el mejor sitio en el que me he alojado. Este pequeño conjunto de casas (4 en total) se encuentra al final del valle de Riudaura y está a tan sólo 4 kilómetros de Olot. Quizá su decoración modesta no sea suficiente para los más amantes del lujo, pero su localización lo compensa sobradamente. Desde cualquier ventana, incluso estando cerrada, se puede escuchar el canto de los pájaros y el rumor del agua del riachuelo que discurre por uno de los márgenes de la propiedad. Es una delicia, además, sentarse en unos de los bancos exteriores a leer un libro disfrutando de la fresca brisa o darse un chapuzón en la piscina climatizada sin ningún ruido de automóviles, grúas o cualquier otra cosa que pueda perturbar la inmensa paz que aquí se respira. Es un lugar mágico.
