Estas son tres visitas que uno no puede dejar de hacer si visita el Berguedà, una pequeña, rústica y preciosa comarca interior de la provincia de Barcelona cuyo encanto reside principalmente en los espacios naturales que ofrece, en la gente y cómo no, en la comida.
Su capital, Berga, cuya población no supera las 20.000 personas es un buen punto de partida para visitar la zona.
índice de contenidos
1. Santuari de Santa Maria de Queralt.

Partiendo desde Berga, tan sólo tendréis que recorrer unos 4 o 5 kilómetros por una estrecha carretera (absteneos los que tengáis vértigo) para llegar a este Santuario cristiano situado a 1200 metros de altura en la sierra de Queralt. Si lo deseáis y tenéis tiempo y ganas, podéis, también desde Berga, subir andando en una excursión de entre 45 minutos y una hora. El principal encanto de esta localización no reside tanto en su iglesia (eso ya depende de la fe de cada uno) sino en las impresionantes vistas que hay desde esta altura. En un día soleado, se puede contemplar todo el valle de Berga y si miramos al infinito incluso podréis vislumbrar la montaña de Montserrat a 71 kilómetros de distancia. Al descender, si lo deseáis, podéis deteneros en el merendero de la Font Negra y pasar un rato agradable con el sonido del riachuelo que le da su nombre de fondo.
2. Castellar de n’Hug i les Fonts del Llobregat.


Por la carretera B-402 desde Guardiola de Berga se llega a este precioso enclave en lo alto del Parque Natural de Cadí-Moixeró. Aquí, podréis dejar el coche en un aparcamiento gratuito habilitado desde el cual se obtienen unas vistas inmejorables del valle. A un lado del aparcamiento se encuentran las escaleras que os llevarán en un paseo de entre 20 y 30 minutos hasta les fonts del LLobregat, un conjunto de maravillosas cataratas de agua transparente que conforman el nacimiento del río Llobregat, uno de los mas importantes de Catalunya y que nutre a una gran parte de la población del área metropolitana de Barcelona. Si seguís bajando os toparéis con una pequeña tienda de regalos-restaurante perfecta para tomar el aperitivo tras la caminata. A unos 400 metros aun más abajo, se encuentra el Hostal Les Fonts, uno de los no muchos alojamientos de la zona. El antiguo puente romano, junto a la carretera, está especialmente bien conservado y es una muestra mas del complejo sistema de caminos de esta antigua civilización. Si lo preferís podéis hacer la visita al revés: aparcar el coche aquí (en el aparcamiento del hostal) y subir andando al pueblo. Al volver, os recomiendo dar una vuelta por la preciosa villa, antaño hogar de pastores y campesinos y ahora lugar de veraneo de aquellos cansados del estrés de la ciudad. A la hora de comer es muy recomendable entrar en uno de los múltiples restaurantes del pueblo y probar la comida típica de la zona, en especial el estofado de jabalí. Está delicioso pero tened cuidado, yo quedé tan lleno que no pude probar bocado en la cena.
3. Minas de carbón de Cercs y Colonia de Sant Corneli.

Situadas en una pequeña elevación y pertenecientes al municipio que les da su nombre, estas minas abiertas a finales del siglo XIX y hasta 1991, fueron, por su tamaño y producción, unas de las más importantes de Catalunya. El Museo de las Minas ofrece visitas guiadas por estas, recreaciones sobre la extracción del carbón desde los inicios hasta el cierre así como de la duras y difíciles condiciones de vida de los obreros. Es fascinante y a la vez triste conocer la historia de las miles de personas que trabajaron en el sector, algunas de las cuales perdieron la vida para sacar adelante a su familia. Tras la visita, el restaurante Santa Bárbara, junto a las minas, es una opción más que recomendable para comer. Antes del plato principal, se ofrece un pica-pica a base de embutidos, ¡qué mejor oportunidad para probar los famosos embutidos catalanes! Tras la comida, os recomiendo acercaros al embalse de la Baells, muy cerca de las minas y si tenéis la oportunidad de visitar el interior de la presa, hacedlo; es muy interesante conocer como se construyó esta monumental obra de la ingeniería y que implicaciones tiene tanto a nivel paisajístico como económico y social. También es realmente curioso conocer la historia del antiguo pueblo que aquí se situaba, ahora bajo las aguas del pantano, una de las casas del cual se ve en los años de más sequedad.
Si bien es cierto que algunas guías turísticas recomiendan otras visitas a parte de éstas tres como els Rasos de Peguera, els Jardins de Can Artigas, el Pedraforca, etc. mi corta estancia no me permitió hacerlas por lo que he dedicado este post tan sólo a éstas tres experiencias. De todas maneras si tenéis la oportunidad de ver y/o experimentar cualquier otra diferente a las mencionadas o ya lo habéis hecho con anterioridad, por favor dejadme un comentario.