Durante el verano, el otoño, el invierno y la primavera, Núremberg es visitada por miles de turistas que vienen en una excursión de un día para recorrer su pintoresco casco medieval y sumergirse de lleno en su fascinante aunque trágico contexto histórico. Y es que esta ciudad al sureste de Baviera y capital de la región histórica de Franconia había sido uno de los puntos comerciales más importantes en tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico y es por eso que Hitler la eligió para alojar gran parte de los Congresos Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Al final de esta, fue también una de las ciudades más golpeadas por los bombardeos aliados, viéndose el 90% de su centro histórico reducido a cenizas. Tan simbólica que había resultado para la dictadura y el germanismo, fue también simbólico el renacer y la justicia que se pretendió impartir en los Juicios contra los colaboradores del Régimen en la sala 600 del Palacio de Justicia.
Desde entonces, sus calles y muros recién reconstruidos parecieran arrastrar esta pesada carga histórica que opaca, en cierta medida, las verdaderas alma y esencia de Núremberg. Nazis, juicios, guerra, oscuridad… son hechos en una línea temporal que ahoga, a veces, su presente más luminoso. Mas todo esto cambia y se desvanece durante tres días al año. Tres días de música en directo, festividad, alegría, sonrisas, emoción, gastronomía, cerveza… El primer fin de semana de las vacaciones de verano, Núremberg acoge el Festival Bardentreffen o «Encuentro de los Bardos«, el festival de música al aire libre y gratuito más grande de toda Europa. 200.000 asistentes, 9 escenarios, 60 artistas y cientos de músicos callejeros se reúnen en el casco viejo para recordar al mundo qué es Núremberg y por qué merece una tregua con su pasado. Gracias a nuestro proyecto de final de Master, el documental Voces de Núremberg, hemos podido conocer esta nueva faceta de la histórica ciudad y ahora queremos ayudar a compartirla con vosotros y el mundo, así que venid a Baviera y acompañadnos durante esta Quinta Estación de Núremberg:

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Primer acto: RENACER
Hay muchas formas de recorrer la ciudad y muchos puntos donde iniciar nuestro viaje, mas nosotros lo haremos en la Plaza Hans Sachs. Quizás este no sea el spot más bonito, pero os aseguro que el personaje que le da su nombre es fundamental para entender el alma de Núremberg y el inicio del actual Encuentro de los Bardos. Los Bardos eran un grupo de personajes de origen celta que, hasta la Edad Media en Europa, se dedicaban a ir de pueblo en pueblo recitando historias, canciones y poemas, para que los habitantes pudieran conocer todo aquello que estaba aconteciendo más allá de su barriada. La profesión fue evolucionando y creciendo en toda Europa y en Alemania prosperó un grupo que se hizo llamar Meistersingers o Maestros Cantores; artesanos y comerciantes locales aficionados a la música y las artes que se juntaban, cada cierto tiempo, para compartir sus obras y discutir sobre otros temas políticos y sociales de la época. En Núremberg, se reunían en la antigua Iglesia luterana de Santa Katharina, la cual ha perdido su función eclesiástica y es ahora uno de los principales escenarios del festival.

Hans Sachs, zapatero de oficio, fue en efecto uno de aquellos amantes de la poesía que llegó a convertirse, en el siglo XVI, en el Maestro Cantor más famoso de toda la región; y es precisamente en conmemoración por el 400 aniversario de su muerte, que se organizó en 1976 el primer Festival Bardentreffen. 40 años después, la música de los antiguos Maestros Cantores sigue llenando las calles de Núremberg para todo aquel que quiera parar a escuchar con atención.
Especialmente en Hauptmarkt. La que es la plaza principal de la ciudad, donde se montan las paradas del mercado local y cada diciembre desborda convirtiéndose en uno de los mercadillos navideños más famosos de Europa, resulta que es también el escenario principal de este Bardentreffen. En su origen, hacia el año 1200, los terrenos de la Hauptmarkt los ocupaba la antigua Judería de la ciudad y su Sinagoga principal. Sin embargo, en 1349 y bajo un pretexto falso, las autoridades locales exterminaron a prácticamente toda la comunidad judía (unos 600 miembros), expulsaron de la ciudad a los pocos supervivientes y redujeron el barrio a cenizas. En el espacio vacío que quedó, decidieron instalar el mercado local y sobre las fraguas de la antigua Sinagoga construir la Iglesia gótica de Nuestra Señora de Núremberg. En memoria a semejante debacle y a todas las víctimas inocentes se instaló, en 1998 en el suelo del altar mayor, una estrella de David que recuerda a los visitantes el verdadero origen de Hauptmarkt y de su iglesia principal.

La temática del Festival es distinta en cada edición y este 2022, los organizadores hicieron bien en apodarla Strong Voices. Voces poderosas, venidas de todos los rincones del planeta, que retumbaron sobre las antiguas murallas y no sólo despertaron a la ciudad tras dos años de pausa por el COVID, sino que volvieron a poner de manifiesto muchos temas político-sociales que parecían haber caído en el olvido. Un RENACER de voces, un reinicio de la cultura y otra oportunidad para Núremberg de presentarse al mundo más allá de su contexto histórico.
En el escenario principal de Hauptmark tuvimos la oportunidad de escuchar a los alemanes The Razzzones, a la sudafricana Nomfusi, al italiano Luca Bassanese y a los cubanos Vocal Sampling (entre muchos otros). Todos ellos, en mayor o menor medida, se enfrentan cada día a distintas problemáticas sociales con su enorme voz e hicieron a la audiencia cantar, bailar y sobre todo, escuchar.

Segundo acto: RAÍCES
Dejando atrás la concurrida Hauptmark y escalando un poco más por el casco antiguo, llegamos al punto más alto de la ciudad, ocupado ahora por el Nürnberger Burg o Castillo de Núremberg. La tradición oral cuenta que estas colinas estaban habitadas ya sobre el año 1000 dC, aunque oficialmente no se menciona a Núremberg en ningún documento hasta el año 1050. Y pese a la ferocidad germana y a las tragedias acontecidas en los siglos posteriores, esta ciudad no surgió más que de una auténtica historia de amor:
Sigena era la sirviente de un noble local, de apellido Richolf. Ambos estaban perdidamente enamorados pero no se podían casar, pues las leyes de la época prohibían a las personas sin título de libertad, como Sigena, casarse y tener descendencia propia. Richolf, tan enamorado y testarudo, removió cielo y tierra para poder unirse en santo matrimonio a su estimada Sigena. Consiguió, al final, entrevistarse con el emperador Enrique II, quien «emocionado hasta las lágrimas» por la historia, decidió conceder el título de libertad a Sigena. Y es en este preciso documento donde se menciona a la ciudad de Núremberg por primera vez.


Al castillo no se hizo referencia oficial hasta algunos años más tarde, pero desde finales del siglo XI y hasta la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico fue visitado una y otra vez por los distintos Emperadores y máximas personalidades del reino, que aquí asentaban su residencia. Reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial, es hoy uno de los puntos turísticos más visitados por las vistas panorámicas, que desde sus terrazas, se obtienen de todo el centro histórico de la ciudad.
Pareciera mentira y su propio alcalde lo reconoce, que tras los muros intactos del casco (uno de los pocos ejemplos de Europa en conservar toda la muralla de forma íntegra), 500.000 habitantes se hicieran camino y echaran RAÍCES en este lugar tan particular para la historia germana y europea. Mas no solamente alemanes, miles de emigrantes de todo el mundo han llegado hasta aquí en busca de nuevas oportunidades y han elegido la ciudad para construir su hogar. Tradiciones como el mundialmente conocido pan de jengibre, las salchichas locales «Nürnberger Rostbratwurst» o la cerveza pueden quizás haber captado de primeras la atención del público, pero lo que lo retiene realmente son las brillantes oportunidades en los sectores de la tecnología, la medicina, el transporte y el turismo que aportan al PIB más de 30.000 millones de euros al año. Tradición y modernidad se fusionan así en esta «pequeña» villa alemana y el Bardentreffen se consolida como el escaparate perfecto para mostrar al mundo todo esto y muchísimo más.



Justo al otro lado de la ciudad, abre otro de estos grandes escaparates de la cultura local que se presume ineludible para todo aquel que visite la ciudad: el Handwerkerhof o Patio de los Artesanos. Su nombre es ya de por sí el resumen de lo que es el espacio: apenas dos estrechas callejuelas donde artistas y artesanos de la propia Núremberg y de otros puntos de Alemania y el Mundo han establecido sus pequeños negocios y muestran, tanto a turistas como a nuremburgueses, las bondades de la artesanía local.
Aquí encontramos a Lotte y su papelería y tienda de sellos, a Stefan y la chocolatería Dornauers, a Kerstin y su vidriería multicolor, a Martin y su tienda de jabones… y a muchas historias personales más, que bajo invitación expresa de la municipalidad, se han abierto paso en el corazón de Baviera y luchan por mantener vivas sus tradiciones y adaptarlas a este nuevo mundo de innovación y crecimiento desenfrenado.

Tercer acto: SIN FRONTERAS
Seguimos caminando por las calles de Núremberg, abarrotadas ahora de gentes de todo el mundo que se han visto atraídas por el potencial del Bardentreffen. Un par de cantantes reivindican la paz para Ucrania bajo los portones góticos del Lorenzkirche o Iglesia de San Lorenzo, hermana gemela de San Sebaldo y otro de los grandes emblemas de la ciudad. A sus pies y sobre el vecino Museumsbrücke o Puente del Museo se han establecido ahora las paradas del mercadillo y los puestos de streetfood que se alojan normalmente en Hauptmark. Visitantes y locales paran a charlar con los comerciantes, compran productos bávaros y se impregnan del espíritu de la Quinta Estación. A la derecha, se asienta el antiguo sanatorio Heilig-Geist-Spital que se ha venido utilizando desde mediados del siglo XIV y funciona aún hoy en día como retiro para personas de la tercera edad.


Remontando el río Pegnitz hacia el este, llegamos a la Insel Schütt, una isla fluvial y pequeño remanso de paz en medio del casco histórico, que durante el Bardentreffen, se transforma en otro escenario más, rodeado por decenas de puestos de comida y artesanía y los dos brazos del canal. Aquí tuvimos el placer de escuchar a la irlandesa Wallis Bird, que en una mezcla única de melismas ingleses y alemanes y con no más que una guitarra acústica, hizo estremecer al público con la potencia de su voz y de sus mensajes en favor de la igualdad. También a Sing dela Sing, una original banda alemana que hace de involucrar al público en las canciones, a modo de gran karaoke, el principal objetivo de su performance.
Todas sus voces se entremezclaron y se expandieron a través del agua, el aire y las antiguas -o no tan antiguas- fachadas de Núremberg para crear ese ambiente festivo que unió a toda una ciudad y a sus habitantes, sin importar de dónde vinieran y qué idiomas hablasen. Siguiendo el mismo curso, ahora en dirección contraria, nos topamos con Trödelmarkt o el Mercado de las pulgas, otra de las islas fluviales de la ciudad, ocupada por galerías de arte, negocios de artesanía local y por el museo de la salchicha. Aquí hablamos con Guzmán y Carlos, dos amigos que cruzando Europa en Interrail, habían parado en Núremberg y hallado mucho más que un trágico pasado y una historia convulsa. También con Facundo, que tenía una escala aérea de pocas horas y se lamentaba por no poder quedarse más. Y con Anelyse, brasileña afincada en Alemania, cuya llegada había coincidido años atrás con estos tres días de música en directo y desde entonces regresaba cada edición para revivir la magia de la primera vez. E igual que estos, con muchos otros personajes, que de casualidad habían arribado a Baviera y el festival se había encargado de, en poco tiempo, romper todos los prejuicios y estereotipos sobre un país que, por desgracia, todavía lucha por liberarse de su pasado. Esa es sin duda la magia del Bardentreffen.

Cuarto acto: LAS VOCES
Así nos lo confirmaron también David y «La Jose», de la banda española Zagala, con los que tuvimos la suerte de conversar un rato para nuestro documental y que se presentaron en el escenario del mismo Trödelmarkt. Ambos se sorprendieron de ver al público animarse a bailar jotas y otras piezas tradicionales de la Península Ibérica, cuya letra probablemente no comprendían, pero cuyo simbólico mensaje, aseguraban, traspasa todas las barreras del idioma. A Kid be kid le había pasado lo mismo: sin ser su público y escenarios habituales, había conseguido poner en pie y animar a todos lo congregados en aquella mágica Iglesia de Santa Katharina.
Mas cuando la música acaba y las calles de la ciudad vuelven a la sosegada normalidad, dicho mensaje no se olvida. Los negocios siguen en pie y Núremberg se prepara para toda la ristra de festivales internacionales y eventos que se siguen celebrando en su casco histórico durante la temporada de verano y el resto del año. Nosotros aprovechamos aún un par o tres de días más para seguir recorriendo la ciudad, impregnándonos de su esencia y prestando atención a las VOCES que seguían retumbando dentro de las murallas y a algunas otras que quizás habían quedado relegadas por el estruendo del festival. Fue momento para pasear con calma, disfrutar de los colores bávaros y comer en alguno de los restaurantes tradicionales como el Bratwursthäusle bei St. Sebald (el más famoso para probar las salchichas) o el Bratwurst Röslein, ambos cerca de Hauptmark.


También, por qué no, para hacer algunas visitas culturales extra que por la idiosincrasia del viaje se nos habían quedado fuera, como por ejemplo entrar en el Germanisches Nationalmuseum, el Museo Nacional Germano. Incluido en la Núremberg card, es el principal museo de la ciudad y sin duda la visita estrella si se quiere entender un poco más sobre la historia de Alemania, desde sus orígenes prehistóricos hasta la más cercana actualidad. Fósiles, cerámicas, tapices, pinturas, artesanía, joyas, mobiliario… todo es bienvenido en este museo de historia humana, el más grande de todo el país en su ámbito.
Dos de los puntos que se nos habían quedado también en el tintero y que entonces recuperamos fueron los célebres Henkersteg y la Henkerhaus o lo que es lo mismo: el Puente y la Casa del Verdugo. Esta última había sido la antigua residencia del ejecutor de Núremberg entre los siglos XVI y XIX y su acceso principal se ubica en el bucólico puente de madera que conecta desde 1595 las orillas del Pegnitz con Trödelmarkt. Otro episodio oscuro más de la ciudad, que sin embargo, nos había dejado un entramado arquitectónico de lo más pintoresco que valió la pena admirar con calma.



Y así poco a poco nos fuimos replegando ya de vuelta a nuestro alojamiento, junto con los últimos músicos callejeros y muchos visitantes del Encuentro de los Bardos, que como nosotros, habían hecho bien en seguir recorriendo las calles empedradas de la villa alemana por unos días más. El sol caía ahora tras las murallas y sus últimos rayos iluminaban las lustrosas fachadas de los símbolos arquitectónicos, que aunque ensombrecidos por la historia, habían servido, no hacía mucho, de escenario para canciones y mensajes de la cultura global. Atrás quedaban pues San Sebaldo, la casa del genio renacentista Alberto Durero, la Weissgerbergasse o Calle de los curtidores, la Plaza Tiergärtnertor y multitud de rincones más que ilustraron nuestro paso por este Bardentreffen 2022 y que sin duda nos animaron a incluir a Núremberg en nuestra lista de imprescindibles de Alemania.
También nos despedimos de todos los artistas, de nuestro guía Federico, de los organizadores Andreas, Rainer y Johanna, de Sarah, de la oficina de Turismo, de Marcus, el alcalde y de muchísimas personas más, cuyas voces impregnaron también nuestro documental y nos acogieron en esta visita tan especial al corazón de Baviera. No nos podríamos haber topado con mejores mentores para enseñarnos la importancia de seguir viajando, abrir la mente, escuchar variedad de voces y derribar prejuicios. ¡Muchas gracias a todos! Y Núremberg, espéranos porque volveremos.

