Este año tiene nombre, segundo nombre, sobrenombre, apodo y apellidos propios: ARGENTINA.

¿Cómo podría empezar mi resumen del 2019 sino por aquí?

Ya desde el año pasado, esperaba y auguraba este viaje como uno de los mejores de toda mi vida y al final ha resultado mucho más. ¿Cómo podría explicarlo? Yo que siempre me enrollo más que una persiana y ahora se me atascan las emociones y no atino a teclear qué ha supuesto para mi vida este intercambio. Es que no sabría ni por dónde empezar… Si algo se me viene a la cabeza cuando pienso en Argentina son ellos y ellas. Todas esas personas que milagrosamente me he cruzado por el camino y que se han acabado convirtiendo en el viaje en sí mismas. Debo parar aquí porque si continúo, lloraré. No estoy preparado todavía para hablaros de todo ello, para ahondar en mi alma y explicaros lo que han implicado 5 meses en aquella tierra lejana. Para ello, reuniré valor, confianza y un buen puñado de pañuelos y os lo narraré todo en un artículo a parte que he titulado temporalmente: «Reflexiones post-Erasmus, la historia de un viaje emocional«.

Un año de muchos kilómetros.

De momento, os hablaré de Argentina como destino y muy especialmente de Buenos Aires. Una ciudad compleja, de la cual, como ya os dije en el primer artículo, no me enamoré en un primer instante. En mi opinión, Buenos Aires no despierta esa fascinación, ese atractivo desmesurado que sí tienen otras ciudades como París, Nueva York, Florencia e incluso Dublín. A Buenos Aires hay que darle un tiempo, hay que caminarla, escucharla y saborearla con calma para terminar descubriendo cuan interesante puede resultar. Cierto es que yo he tenido muchísimo más tiempo de lo que uno podría invertir en un viaje «normal»; pero aun así hay que darle una oportunidad. Su ritmo acelerado converge con la vitalidad pausada de los argentinos y sus cientos y cientos de sitios de interés brindan una clase de historia magistral. Mi favorita es sin duda su vertiente cultural, pero en 5 meses he llegado a disfrutar de otras de sus infinitas caras: la nocturna, la consumista, la teatral, la musical, la reivindicativa, la del cambio, la tradicional… Me quedo con Buenos Aires, la banco totalmente. Es difícil no considerarla ahora como una de mis ciudades favoritas y es que a ella me unirá para siempre un vínculo especial porque ha sido mi casa durante meses y en mi corazón lo será para siempre jamás. Belgrano, Palermo, San Telmo, Montserrat, la Boca… todos los barrios que he conocido y de los que ya os hablaré y los que me he dejado por conocer, porque no dudéis ni por un instante que pienso volver.

Plaza de Mayo, Buenos Aires
Caminito de la Boca, Buenos Aires

También se me ha brindado la oportunidad de salir de la jungla de asfalto y explorar algo más de este inmensísimo e increíble país e incluso saltar a alguno de sus vecinos. Me he maravillado con las Cataratas del Iguazú, del lado argentino pero también del brasileño; he disfrutado de la compleja historia de Colonia del Sacramento, en Uruguay y de sus atardeceres de infarto; me he paseado por Tigre y por la Plata y por primera vez he vivido unas acaloradas navidades en Córdoba y sus sierras silvestres. No os desaniméis porque las cosas que todavía no he contado, vendrán próximamente. Realmente, he hecho todo lo que el presupuesto ha dado de sí; al ser un viaje que me he autofinanciado por completo, el dinero ha sido sin duda el mayor limitante. Aun así, es mucho más satisfactorio pensar en todo lo que he vivido y no lamentarse por lo que no ha podido ser y eso sí, me lo apunto y se me queda pendiente para otra vez, hacer un megatour por el país y disfrutar de sus maravillosos paisajes naturales: de las montañas y lagos de Bariloche, los glaciares y llanuras patagónicas, la ruta del vino mendocina, las costas salvajes de Chubut, la belleza árida de Jujuy y Salta, las carnes y la inmensidad de la Pampa, etc, ect, etc.

To be continued…

Vistas desde el lado brasileño de las Cataratas de Iguazú
Casco viejo de Colonia del Sacramento, Uruguay
Tigre, Buenos Aires

Otro año explorando Catalunya.

El viaje a Argentina es con certeza lo que más ha marcado mi 2019 y auguro que en los años venideros será imposible no recordarlo como el año en que salí de Europa por primera vez y me crucé el charco para vivir la apoteósica experiencia del Erasmus en Sudamérica. Aun así, me gustaría recordar otros momentos especiales del año:

Como cuando un día especialmente cálido de enero, cuatro amigas y yo cogimos el coche y nos cruzamos toda la comunidad para visitar por primera vez la fascinante ciudad de Girona. De esa salida recordaré por siempre cómo empezó en «desastre» y cómo terminó en la playa; ah y las risas que nos echamos por el camino. Ya se sabe como nos afecta el efecto Girona…

Girona

Algunos meses más tarde, en abril, emprendía un proyecto personal muy apasionante con el único objetivo de conocer más de mi querida y desgraciadamente ajena ciudad de Barcelona. Así e impulsado un poco por la asignatura de Patrimonio Cultural, decidí empezar a recorrer la Ruta del Modernisme, un paseo por los más de 130 edificios históricos de este estilo arquitectónico (uno de mis favoritos) que todavía permanecen en pie de los más de 500 que llegó a haber. En dos excursiones no consecutivas, de un día cada una, completé los primeros 21 sitios y monumentos de la ruta. Podría parecer poco pero aprendí y disfruté tanto de la ciudad en apenas unas horas que estoy deseando proseguir el año que viene y quitarme por fin algunas espinitas viajeras como visitar la Sagrada Familia. Sí, ya sé ¿cómo puedo no haber ido todavía, verdad?

Casa Estapé

Ese mismo mes, «racaneé» un par de días de descanso a mi encargada para hacer el que sería el único y último viaje en familia de 2019 antes de mi partida. Elegimos precipitadamente el pueblo costero de Empuriabrava y como ya suele ser costumbre durante las vacaciones de Semana Santa, invertimos ese preciado tiempo juntos no tanto en turismo sino en comer, pasear, descansar y recolectar recuerdos en familia. Apenas una escapadita de fin de semana que sirvió como impulso a los últimos meses de trabajo en Telepizza, el inicio de mis prácticas profesionales en el Hotel Abat Cisneros en el Monasterio de Montserrat y los inminentes últimos preparativos para el gran intercambio de casi 6 meses en Argentina.

Casas d’Empuriabrava abocadas al canal

Wow, me doy cuenta y creo que lleva un tiempo pasando, de que cada año viajero supera siempre al anterior; pero es que en 2019 he recorrido mucho, muchísimo así que el listón está altísimo para el año que viene.

El segundo aniversario del blog y el tercero en Instagram.

Como hice también el año pasado, quisiera repasar mi experiencia virtual de este 2019:

El blog se ha coronado definitivamente como una de mis mayores alegrías del año, pues no sólo ha seguido el ala ascendente del año pasado sino que se han batido todos los récords de visitas, visitantes, países, me gustas, comentarios y suscripciones. Más allá del rendimiento, el cual os agradezco enormemente porque depende casi enteramente de vosotros, siento que este año ha pasado de ser un mero hobbie a algo más serio y definitivo. Es prontísimo para definirlo como mi proyecto de vida, pero he de confesar (aun a riesgo de gafarlo) que sería uno de mis sueños dedicarme por completo a ello y he dado pequeños pasos para encarar ese futuro y para una inminente monetización del portal el próximo año 2020. Para empezar, he escrito una Política de Privacidad y un Aviso Legal, que os dejo enlazados y podéis leer siempre que queráis en el Menú Principal, apartado «Sobre» y que sirve como marco de protección no sólo para mí, sino también para vosotros, mis lectores. También he ampliado los niveles de contenido y he abierto varias secciones nuevas como «Especiales«, donde hablaré de viajes y destinos atípicos y/o extraordinarios y «Consejos viajeros«, donde ya podéis leer el artículo que hice hablando sobre las tarjetas que he usado en este último viaje a Argentina y donde publicaré próximamente toda una serie de consejos para viajar a este inmenso país.

En resumen puedo decir que ha sido un año bloggero muy emocionante porque he empezado a establecer esas primeras relaciones más o menos regulares con mi audiencia y también un año bloggero en el que me he sentido súper creativo y creo que he crecido como escritor o relator de mis viajes. Estoy deseando continuar con la tarea de contar mi periplo por Argentina, de la que todavía queda mucha materia y después seguir compartiendo con vosotros mis aventuras por este inmenso y maravilloso mundo.

 Nueva serie de artículos: «Consejos viajeros«

Después y como siempre Instagram sigue sus propias reglas. Si el año pasado os contaba que había sido desastroso y que había perdido buena parte de mi audiencia, este año la cosa se ha estancado. No he seguido perdiendo seguidores, pero tampoco los he ganado, me he mantenido todo el año entre los 2020 y 2030. Los likes sí que se han acabado de desplomar totalmente y actualmente es difícil que se superen los 50 me gustas por publicación. Y pensar que hace un tiempo llegaban fácilmente a los 400 y 500… Pero así como el año pasado no tenía ni idea de por qué pasaba esto, este año después de mucha reflexión y autoanálisis lo achanto principalmente a dos cosas:

Lo primero a un cambio del funcionamiento en el perfil: Cuando abrí mi página de Instagram quería tener tantos seguidores y me gustas como fuese posible y empecé a publicar y escribir en inglés. Con el tiempo, me he ido sintiendo menos cómodo con esa decisión porque, aunque no se me da mal, evidentemente no lo domino como mi lengua materna, el español, y no puedo expresarme de una forma tan natural; así que en 2019 decidí empezar a publicar en castellano. Además de eso, una de las metas para este año era dejarme ver más, que la gente pudiese llegar a conocerme un poco más como persona; por eso, principalmente a través de los stories, he ido grabándome a mí mismo mientras explicaba dónde me encontraba y qué pretendía hacer. Entonces, estos dos cambios resultan en un cambio importante del target (público) potencial que consumía y que podría consumir mis contenidos y que se está volviendo a afianzar poco a poco.

El segundo causante podría ser mi «despreocupación«. La verdad es que en 2018 me estresé demasiado con el rendimiento de mis redes sociales. Venía de acumular cientos y cientos de likes y seguidores y me di tal batacazo inexplicable que he de reconocer me llevó hasta el punto de la histeria. Este año no le he dado tanto valor a los resultados. He ido publicando aquello que quería y de lo que me sentía orgulloso y no me ha importado en absoluto cuan lejos pudiesen llegar los números. Simplemente he disfrutado tanto del año, que me he ido dejando llevar hasta tal punto de olvidarme de publicar por una semana o no querer hacer stories por un tiempo. Lo sé, no es un drama, pero si de verdad quiero dedicarme a esto algún día, despreocuparse tanto es algo que uno no se puede permitir. Para 2020, quiero volver a ponerme las pilas pero sin dejar que el rendimiento me afecte tanto; en esencia buscar un equilibrio en todo ello.

Lo más curioso es que, a pesar de todo lo que he comentado, la gente, mis queridos viajeros y viajeras se han mostrado más participativos e involucrados que nunca. Lo he notado sobretodo con los stories: si antes apenas 50 o 60 personas los veían, ahora la media ha subido hasta las 150, llegando algún días hasta las 600 visualizaciones. Eso quiere decir que, aunque no le den me gusta a las fotos o no empiecen a seguirme, la gente está ahí, escuchando, queriendo saber más e interactuando todo el tiempo conmigo y eso es maravilloso. Es uno de los motivos por los que quisiera seguir haciendo esto y por los que disfruto tanto de esta red social.

En general, ha sido un año fantástico para Myworldinonepic y pretendo empezar el 2020 con más fuerza que nunca, así que atentos que se vienen cosas muy interesantes.

Lo que se avecina en 2020.

No me puedo creer que haya pasado ya un año desde aquello de «si 2018 ha sido increíble, ¡2019 será épico!». No puedo creer que después de eso, todos mis planes se materializaran (con muchísimo esfuerzo) y cruzara el charco para irme de Erasmus a Argentina y desde luego no me puedo creer que tras 6 meses, ya esté de vuelta en casa. Wow, he estado tan enfrascado, tan entretenido, me lo he pasado tan bien, que no he sido consciente de que los días pasaban y terminaba otro año más. ¡Increíble! ¿Y qué espero o planeo para 2020? La más absoluta nada. Y no hablo sólo de destinos, de eso algo hay en el aire pero nada que pueda asegurar ni concretar con certeza. Hablo de mi vida en general: suelo bromear con la gente diciendo que mi vida sólo estaba escrita hasta 2019, como el calendario maya, pero si bajamos al plano de la realidad por un momento, como dice Ter, resulta totalmente cierto. El año próximo empieza con la más absoluta incertidumbre de lo que podría llegar a ser y eso, la verdad, me parece igualmente emocionante. No lo voy a negar: tengo miedo, pero todavía tengo mucha más curiosidad. ¿Me acompañáis y descubrimos juntos qué sucede en 2020?

Mientras tanto, agradeceros una vez más todo vuestro cariño y apoyo este 2019, Felices Fiestas y un muy próspero Año Nuevo 2020.

¡Nos vemos el año que viene!

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