Los viajes en coche han formado parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Mis padres nunca gustaron de salir al extranjero y nuestras vacaciones siempre consistieron en unos días de playa en Cádiz, quizá en una excursión a los Picos de Europa y a los Lagos de Covadonga o tal vez en una escapada cultural a Madrid. También recuerdo muy fervientemente un viaje que hicimos con mi mejor amigo a Disneyland París para celebrar mi noveno cumpleaños. Al final, son miles y miles de kilómetros que se fueron amontonando en el asiento trasero mientras mi hermano y yo disfrutábamos de alguna película en el DVD portátil o jugábamos a ver quién veía más coches rojos por la ventanilla, mi padre llevaba los mandos de la nave y mi madre, a quien nunca le había gustado conducir tanto, nos atendía desde el asiento del copiloto.

De niño, todo aquello se vivía como una aventura fantástica, fácil y divertida, que se sucedía en un abrir y cerrar de ojos; pero al crecer y con el carné de conducir en las manos, uno descubre la otra cara de la moneda y se da cuenta de la tediosidad y el cansancio que conllevan todas esas horas al volante y los inconvenientes que suelen marcar la ruta.

No os equivoquéis, por eso, carretera y manta forman ya parte de mi ADN y serán por siempre una de mis formas favoritas de viajar, por la libertad de tiempo y movimiento que confieren; pero también sé por experiencia que, como todo, pueden generar algunas dificultades e incomodidades que trastornen un poco la experiencia. Por ello, aquí os traigo algunos consejos para hacer una ruta en coche acompañado de la familia o los amigos y NO morir en el intento:

1. Infórmate y planifica, planifica y planifica.

Bien decía yo en mi anterior artículo «14 consejos para irse de viaje con amigos y no morir en el intento» que «ni un viaje planificado al milímetro era mejor, ni que la improvisación completa estaba destinada al fracaso». Ya lo comentaba en la introducción: quizás una de las cosas más increíbles de viajar en coche sea esa libertad de tiempo y movimiento, el no saber a dónde nos llevará la carretera y qué hallaremos en el camino.

Pero no saber a dónde nos lleva la carretera, no quiere decir exactamente que no sepamos cuál es nuestro destino final. A mi entender, es clave determinar una serie de lugares en el mapa que funcionen como campamento base y que nos orienten un poco en el camino. No tiene porque ser una ruta «tradicional» que vaya del punto A al punto B, después al C y hasta la Z. Podemos llegar hasta A, quedarnos unos días, visitar los alrededores y volvernos a casa. No existe una definición exacta de ruta en coche, eso es a gusto del consumidor, pero debe haber uno o varios destinos objetivo. Viajar en coche por el simple hecho de viajar en coche no es el atractivo de este tipo de escapadas. También tenéis que ser un poco realistas: no me pretendáis hacer una ruta por toda España, desde Extremadura hasta Catalunya, en sólo 15 días. Será mejor que os centréis en una ruta más corta por los Pueblos Blancos, o por el Litoral Cantábrico o quizás por los Valles del Pirineo Catalán. Sin duda, para mí, una ruta en coche es sinónimo más que nunca de slow travel: saborear con calma cada trayecto y cada destino, priorizando siempre antes la calidad que no la cantidad. Ya sabéis que «el que mucho abarca, poco aprieta«.

El oeste irlandés, un lugar perfecto para una ruta en coche

Una vez ya tenéis clara la ruta, yo os recomendaría que reservarais también los alojamientos, al menos los de los primeros días y sobretodo si vais a viajar en temporada alta. De nuevo, es cierto que la ruta en coche es una forma de viajar sin tantas ataduras y compromisos, pero eso no significa que lo dejemos todo al azar. Como en cualquier otro viaje, cuantos más cabos sueltos dejéis, más tiempo y esfuerzo habrá que dedicarles en ruta a solucionarlos y menos tiempo pasaréis realmente explorando. Y supongo que será realmente duro llegar a un lugar después de no sé cuántos kilómetros de rodaje, queriendo descansar pero que, por falta de previsión, no hayáis reservado nada y tengáis que buscar una estancia de última hora. No lo sé por experiencia, pero me lo puedo imaginar.

Aun así, la ruta y el alojamiento creo que son dos puntos que TODO el mundo tiene en mente en cualquier viaje, ya sea en nuestro vehículo privado o en transporte público; pero en una ruta en coche hay muchas otras cuestiones que quizá no se nos plantean en el resto de tipologías de viaje y que son clave para el buen desarrollo de la experiencia:

Por ejemplo, en lo relativo al mismo alojamiento, la ubicación es más que nunca algo a tener en cuenta. Estoy seguro de que lo querréis en el mismo centro de la ciudad, pero ¿habéis mirado si el centro está abierto a vehículos motorizados? Porque en muchas ciudades de Europa, por ejemplo, están empezando ya a cerrar los cascos viejos y a convertirlos en zonas exclusivamente peatonales. En caso de que sí podáis acceder con vuestro vehículo, ¿sabéis cómo es el tráfico de esa ciudad? ¿Cuánto tiempo podéis tardar en salir del centro en hora punta? ¿Dónde vais a aparcar? ¿Vuestro alojamiento tiene parking? ¿Está incluido en el precio final? Si no hay estacionamiento privado, ¿podéis aparcarlo en la calle? ¿Hay zona azul (de pago)? ¿Cuánto rato lo podéis dejar y cuánto os va a costar?, etc, etc, etc. Como ya os estaréis imaginando, el coche sí confiere mucha libertad en la carretera pero puede llegar a convertirse también en un limitante dependiendo de la zona. Si pasáis por una gran ciudad, quizás sea mejor alojaros un poco más alejados del centro, dejar el coche aparcado y utilizar el transporte público. O quizás no, no lo sé, todo es ponerse a investigar.

Colliure, Francia, un pueblo de costa muy pequeño donde es difícil aparcar

Otro punto muy importante a considerar: la ubicación de las gasolineras. ¿A cuántos kilómetros os quedan del alojamiento? ¿Tenéis que desviaros mucho de la ruta para repostar? Si vuestro automóvil es diésel o gasolina, no tendréis grandes problemas porque gasolineras hay en todas partes, pero ¿qué pasa si es híbrido enchufable? ¿O 100% eléctrico? ¿O funciona con Gas licuado de petróleo (GLP)? ¿O quizás con Gas natural comprimido (GNC)? Supongo que si vuestro vehículo funciona con alguno de estos combustibles alternativos, sabréis que hay muchas menos estaciones de servicio donde podáis respostar. Por eso, es muy importante que, al marcar la ruta, miréis en el mapa dónde se encuentran estas gasolineras para no tener que desviaros muchos kilómetros para ir a repostar. La página web o aplicación de Vía Michelín es súper útil para estos casos.

Por otro lado, saber el estado de las carreteras es algo primordial. Ya no hablamos de los accidentes porque esto es algo menos previsible a largo plazo, pero estaría bien saber de antemano si hay algún tramo de carretera cortado por obras, por derrumbamiento o por nieve y cuál es la ruta alternativa que han habilitado, si es que la hay. Del mismo modo, convendría conocer el estado físico de la ruta, en el sentido de si hay muchos baches o si quizás hay algún kilómetro sin asfaltar o si hay que pasar por un tramo muy inclinado, más que nada para valorar si vuestro vehículo es apto para todo ello. Reíros si queréis, pero en este último viaje al Pirineo Catalán, hubo un momento subiendo La Molina en que pensé que mi Citroën C3 del 2005 no lo conseguiría.

Port de la Bonaigua, otra de las carreteras más duras a las que me he enfrentado

Por último, hablemos sobre los alquileres y las normativas de circulación. Hasta ahora había dado un poco por sentado que os iríais de ruta en vuestro propio vehículo y que no saldríais de vuestro país, pero ¿y si queréis hacer una ruta en coche por algún país extranjero y/o tenéis que alquilar un vehículo? Pues lo primero es informarse bien sobre los requisitos para efectuar dicho alquiler e incluso más importante sobre los detalles contratados y la póliza de seguro. ¿Tenéis que devolver el vehículo con el depósito lleno? ¿Qué cubre la póliza en caso de que os quedéis tirados o tengáis un accidente? ¿Necesitáis el carné de conducir internacional o ciertos años de experiencia para alquilar un vehículo? No sé si estabais al tanto, pero para los lectores más jóvenes del blog, sabed que en Europa hay algunas restricciones en el alquiler de un vehículo para los menos de 25 años y generalmente se imputan unas tasas muy superiores.

Finalmente cabría darle un repaso a las normativas de circulación de vuestro destino. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que en Reino Unido y en la gran mayoría de países de la Commonwealth se conduce por la izquierda y que, por tanto, el volante está en la derecha y todas las señales de tráfico en el lado contrario de la carretera. ¿Pero sabíais que en Alemania y Austria hay algunos pocos tramos de autopista sin límites fijos de velocidad? ¿O que en Qatar los camellos siempre tienen prioridad en todas las carreteras? Más allá de las normativas y limitaciones específicas de cada país, hay que estar al tanto de las costumbres al volante de sus habitantes. No os impacientéis u os pongáis nerviosos si conducís por Argentina o Italia, porque circulan como locos, sin ceder ni un milímetro y respetando sólo la máxima principal de sálvese quien pueda. Mi consejo principal: cuidado y prudencia ante todo.

2. Revisa tu coche y prepárate.

Se supone que el coche va a ser vuestro medio de transporte principal durante toda la ruta o gran parte de ella. Es más, al final, después de no sé cuántos kilómetros, será casi como un miembro más de la expedición. Por eso, habría que tratarlo con todo el mimo y el cariño que podamos y estar tan atento a sus necesidades como a las del resto del grupo.

Antes de salir, comprueba los niveles de aceite, de descongelante y del líquido de freno, consulta el desgaste de las pastillas y de los neumáticos y mira que estos tengan el nivel de aire correcto. Recuerda que si vais más personas de lo habitual y lleváis mucho equipaje, el coche pesará más y las ruedas pueden sufrir más durante el viaje. Asegúrate también de que todas las luces, pilotos e intermitentes funcionen correctamente. Además, si tu coche hace algún ruido extraño o crees que hay algo que no funciona cómo debería y lo has ido dejando pasar (malamente por tu parte), este es el momento idóneo para llevarlo al mecánico. Verás tú la gracia de quedarte tirado por ahí por no haber gastado un poco de tu tiempo, dinero y esfuerzo en comprobar el estado de tu automóvil.

Conduciendo por el Pirineo, ¡cuidado con las carreteras estrechas!. Foto cedida por mi amigo Omar

En caso de que llevéis un vehículo de alquiler, todas estas revisiones ya las debería haber hecho la compañía antes de proporcionároslo, pero nunca está de más echar un vistazo, hacer algunas pruebas e informar de inmediato si veis que algo no está como debería, que para eso pagáis. También es muy aconsejable registrar con una foto o un video las abolladuras, golpes o rallazos que el coche ya tenga, en caso de que las tenga, para cuando lo devolváis a la compañía, demostrar que no las habéis hecho vosotros.

A parte de revisar el estado del vehículo en sí, aseguraos de llevar todos los utensilios, complementos y herramientas obligatorias, a saber: chalecos reflectantes, triángulos de emergencia y rueda de recambio o kit antipinchazos y los no obligatorios pero muy recomendables: luces de recambio, kit de herramientas, gato, cadenas para la nieve y un pequeño botiquín (recordad que la normativa puede cambiar dependiendo del país).

Os será muy útil también que os surtáis con algunos cachivaches básicos como un cargador-adaptador para el coche multientrada y con una buena cantidad de comida y bebida para hacer un appetizer por el camino. Quizás, si no vais mucha gente o tenéis un coche bastante grande y os sobra espacio, podáis incluir también una nevera portátil, una cesta de picnic, cubiertos, platos y vasos reutilizables, una manta e incluso una mesa y sillas plegables, eso ya depende de lo comodones que seáis. Lo que sí que no puede faltar nunca es una baraja de Uno o de naipes españoles, que nunca se sabe cuando puede acechar el aburrimiento.

Por último, no creo que hiciera falta decirlo, pero por si a caso os recuerdo que es muy importante que vuestro vehículo haya pasado la respectiva Inspección Técnica (ITV en España), que llevéis la pegatina o documento que lo acredite, que tengáis todos los papeles del seguro y del coche en regla y los llevéis encima y por supuesto, que no os olvidéis el carné de conducir.

3. Take it easy y para a descansar.

Caminante son tus huellas el camino y nada más

Caminante, no hay camino, se hace el camino al andar.

Antonio Machado, Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)

Existe esta famosa recomendación general de parar a descansar cada 2 horas de viaje. Yo no quisiera pecar de imprudente pero si uno está en buena forma física, dispone de buena salud y ha descansado lo suficiente la noche anterior, debería poder conducir durante mucho más de 2 horas seguidas sin que esto suponga un riesgo para la seguridad de los propios compañeros de viaje y para la del resto de conductores. Sin embargo, sí que debiéramos recoger la recomendación general de parar. Parar unos minutos a descansar los sentidos, a estirar las piernas y a echar una cabezadita para proseguir la marcha con las pilas cargadas. Sí, por supuesto, pero también parar por el simple hecho de parar. Parar a oler las flores al margen del asfalto, a tomar una foto desde el mirador en lo alto de la montaña, a comprar fruta recién recogida a la entrada de un pueblo perdido, a comer en un restaurante de carretera, a echar la siesta en un apartadero, a tomar el café que preparamos antes de salir y llevamos en el termo… Parar, parar y saborear con calma cada kilómetro del camino.

Con la troupe en un apartadero en el Port de la Bonaigua

4. Lleva más de un conductor.

Todo depende de cuántos miembros haya en vuestra expedición y quiénes sean. Una familia monoparental, una pareja donde sólo uno de los dos tenga carné de conducir, un grupo de amigos con los 18 recién cumplidos… Sí, obviamente habrá circunstancias en las que eso no sea posible y una sola persona tenga que manejar durante todo el viaje. Pero siempre que se pueda, deberíais ser dos, al menos, los que tengáis carné y podáis poneros a los mandos cuando haga falta.

Además, el conductor no tiene porque estar cansado para cambiar. Podéis turnaros porque simplemente a todos os gusta conducir (a mí me chifla) y queréis vivir la experiencia en esa carretera. Podéis hacerlo porque también os apetece ir de copiloto o en la parte trasera disfrutando de los paisajes a través de la ventanilla o charlando con vuestros amigos o durmiendo la siesta. O quizás porque no le habéis cogido el tranquillo al coche o porque esa carretera tiene muchas curvas y no estáis seguros o porque sí, porque podéis, porque es una buena idea. Al final del viaje vuestro cuerpo y vuestra mente os lo agradecerán. Os lo digo yo, que conduje 1.500 kilómetros en mi último viaje y los disfruté, lo volvería a hacer, pero al final de la semana estaba tan cansado que no quería volver a subirme al coche nunca más. Eso sí, debo decir que al ser relativamente novel, mi aseguradora no cubría los daños a un conductor que no fuera yo mismo y no quise arriesgarme, pero para la próxima seguro que sigo mi propio consejo.

Conduciendo por uno de los caminos más estrechos del Pirineo hacia el Saut deth Pish

5. Asegúrate de llevar un buen copiloto.

Igual de importante que tener varios conductores es disponer de un buen copiloto. Alguien que no se duerma fácilmente, más bien todo lo contrario: que esté atento a lo que le rodea y que te mantenga a ti, conductor, también alerta, que te de conversación en esos momentos de bajón y te provea con bebida o comida si así lo requieres. Una persona muy afín a ti, un confidente con el que estés compenetrado y que con un simple gesto o mirada, ya sepa lo que necesitas. Evidentemente, el copiloto no es el sirviente del conductor, él tiene todo el derecho a disfrutar del viaje y la ruta como el resto de acompañantes, pero ya que el piloto debería tener las manos en el volante y los 5 sentidos en la carretera en todo momento, necesitará un poco de ayuda extra y apoyo moral.

Parados en una carretera andorrana, podéis ver a mi maravillosa copiloto Valentina

A parte de ello, yo recomendaría que fuera una persona con un buen sentido de la orientación y quizás sería bueno también que supiera leer mapas. Hoy en día, con las nuevas tecnologías móviles, Google Maps y los GPS de última generación no será tampoco imprescindible, pero seamos sinceros: ¿cuántos de nosotros no nos hemos perdido o desorientado igualmente teniendo el móvil en la mano? Yo siempre digo que los mandatos de Google Maps hay que saber interpretarlos.

6. Tu coche, ¿tus reglas?

Si sois conductores habituales, consciente o inconscientemente seguro que lo sabéis: todo tiene que ver con el control. Al subirme al coche por primera vez, recuerdo encogerme hasta la mitad de mi tamaño, empezar a sudar y ponerme de los nervios. Era un ambiente completamente nuevo, con cientos de variables que debían estar bajo mi continua supervisión y básicamente no estrellarme dependía de mis reflejos y de mi destreza al volante. Salí de aquel Renault tan tenso que al día siguiente tenía incluso agujetas. Pero con un poco de práctica, al final se acaban adquiriendo todas esas habilidades que hacen al buen conductor y se establece en el vehículo un atmósfera de confianza y seguridad. A pesar de seguir con todos tus sentidos alerta, el coche flota mientras canturreas distraídamente tus éxitos favoritos y llegas a tu destino sin ni si quiera enterarte. Todo está en sintonía, todo funciona, todo discurre a la perfección. Has conseguido estar cómodo en la carretera.

Pero cuando logras ese estado mental, cuando crees que todo funciona como debe, ceder una minúscula partícula de control puede llegar a ser todo un reto, al menos a mí me pasa. No me gusta que me cambien las sintonías de la radio, por ejemplo, que me suban la temperatura del climatizador, que me ensucien la tapicería, que me digan que acelere o que no conduzca tan brusco… En definitiva, no me gusta tener que soltar las riendas. Sin embargo, en viajes de este tipo con la familia y los amigos, uno debe relajarse, templar los nervios y ceder un poco el control. Al fin y al cabo, ya no vas solo y el resto de miembros de la tripulación tienen el mismo derecho que tú a disfrutar de la ruta. Déjales poner la música que quieran, bajar la ventanilla si tienen calor, subir la temperatura si tienen frío, reducir el ritmo si alguno, por lo que sea, empieza a marearse… En fin, asegúrate un poco de que todos vais igual de cómodos que tú, señor conductor.

7. Toma el control de la música de vez en cuando.

Pero como te digo una cosa, te digo la contraria. No se trata tampoco de que las preferencias y los deseos del grupo pasen por encima y machaquen a los del propio conductor, pues ante todo, él debe ir cómodo y sentirse seguro para que todo fluya sin contratiempos. Os pongo el ejemplo personal de mi grupo de amigos en nuestro último viaje por el Pirineo Catalán: A ellos les apasiona el reggaeton, en cantidad y a un volumen muy alto, así que se trajeron un altavoz portátil de casa. Obviamente yo les dejaba ponerlo porque a mí también me gustan los beats latinos, pero siempre acababa llegando un momento en que debía pedirles un poco de silencio o algo más calmadito. Claro, imaginad: desde las 8:00 de la mañana, que ya se levantaban con música, hasta las 20 o 21 que volvíamos al apartamento, con el chumba chumba a todo trapo 24/7, mientras yo conducía por carreteras de montaña extremadamente estrechas y con mil y una curvas… pues llegaba un momento en que sí me empezaba a doler la cabeza y necesitaba paz y tranquilidad para seguir conduciendo.

Video de nuestro viaje al Pirineo Catalán. Cedido por mi amigo Omar 

Al final se trata de buscar el balance; ni el conductor puede ser el tirano de la carretera, ni los compañeros pasar por encima de él. Respeto mutuo ante todo y un poco de paciencia, que van a ser muchísimas horas juntos en un armatoste de a penas 2X2 y eso puede llegar a desgastar bastante.

8. ¡Oh, benditas carreteras!

Íntimamente ligado al concepto de slow travel está también el concepto de «carretera secundaria». Yo lo sé porque así me lo han enseñado… A mi abuelo le gusta contar siempre la misma historia. Nos sienta a todos aquellos que estemos dispuestos a escucharle y nos relata como una vez, en un viaje que hizo en coche con mi abuela y otra pareja de amigos, atravesaron toda España, desde Catalunya, pasando por Aragón, la vertiente Cantábrica, hacia el sur por Madrid y Castilla, hasta Albacete y volver, «sin pisar ni una sola vez la autopista». Nos cuenta qué pueblos visitaron, dónde durmieron, en qué restaurantes comieron, qué anécdotas vivieron… todo con el máximo lujo de detalles.

Yo, los detalles los he ido olvidando. Pero si hay algo que siempre recordaré es su voz; ese tono de nostalgia, la alegría de sus aventuras pasadas, el orgullo de la patria… cómo me hace soñar despierto con lugares perdidos en el tiempo que yo nunca pensé visitar. Y quizás no lo haga. Pero cada vez que me subo al coche y cojo una carretera comarcal, me acuerdo de él y sonrío. No sé qué magníficos paisajes recorreré, qué pueblas hallaré y con quién me toparé por el camino, pero estoy seguro de que la carretera me conducirá a todo ello.

Por eso, yo os digo: marchad sin prisas, olvidaos del destino, subid montañas, cruzad desiertos, parad en ríos y lagos, tocad la mar y sobretodo alejaos de la autopista. Ya habrá tiempo para ir con prisas, para adelantar y para llegar al final del camino. Mientras tanto, disfrutad de las carreteras.

Carretera de montaña en el Pirineo catalán. Imagen cedida por mi amigo Omar

9. Control de gastos.

He dejado para el final la parte más «desagradable» de todo viaje: contar los gastos. Como en cualquier otro tipo de aventura, los habrá. No os penséis que por evitaros los billetes de avión, el pasaje en barco o los tickets de tren y viajar en vuestro propio vehículo, os va a salir más barata la jugada. Puede ser que sí, pero para que el balance salga algo positivo a vuestro favor, hay que valorar opciones y organizarse un poco. Para empezar, hay que estar al tanto del precio del carburante en la zona que vais a recorrer. Habrá veces que será más caro y otras que al cambio de moneda, os parecerá un chiste de lo barato que es. También hay que estudiarse qué gasolineras son más económicas porque siempre hay algunas que lo son más que otras. Por otro lado, si lo que queréis es ahorrar, hay que abstenerse lo máximo posible de utilizar las autopistas de peaje. He aquí otra buena razón para viajar por carretera. Además, tened en mente siempre dónde vais a aparcar. En general, cuanto más céntrico queráis dejar el coche, más difícil es encontrar aparcamiento gratuito y más caros son los parkings y las zonas azules. Quizás os convenga aparcar un pelín más lejos y caminar algo.

¡Mucho cuidado, por eso! Ante todo hay que seguir el primer y más importante de los mandamientos del ahorrador: lo barato puede salir caro. A veces, por no querer pagar el precio del peaje, nos desviamos y damos tantas vueltas que acabamos pagando más en gasolina. También a veces nos tiramos al carburante más económico de todos y acaba siendo tan malo, que se consume mucho antes y debemos volver a repostar antes de lo que pensábamos. O aparcamos tan lejos por no pagar parking que hay que coger el transporte público y resulta que nos acaba saliendo por un ojo de la cara. Para evitar todo ello, volvemos al consejo número 1: «infórmate y planifica, planifica y planifica.»

Parados frente a la Ermita de Sant Quirc de Durro, a donde sólo se puede llegar en coche o caminando

Y con esta ristra de consejos, experiencias y anécdotas sobre ruedas, termina el artículo. Reconozco que, a pesar de haber participado en muchos viajes en coche, han sido contadas las ocasiones en que yo mismo he liderado una excursión y mucho menos un viaje en automóvil, por eso, quizás haya pasado algo por alto o me haya quedado corto en mis recomendaciones. Para solucionarlo, os dejo los comentarios a vosotros. Sugeridme qué otras cosas hacer y qué cosas no en una ruta en coche y ¡sentíos libres para contar vuestras experiencias personales!

¡Hasta la próxima viajeros y viajeras!

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